UN LIBRO PARA RECOMENDAR: SI ERES AMANTE DEL BALÓN PIE TIENES QUE LEER “EL FÚTBOL A SOL Y SOMBRA”
La obra escrita por Eduardo Galeano es un compendio de textos cortos, algunos casi como pildoritas, cargados de imágenes evocadoras y de adoración casi religiosa por el fútbol. Esta estructuración del tomo en pequeños artículos aumenta la sensación de estar ante algo parecido a un libro de poemas. Además, permite al lector volver una y otra vez al mismo cada vez que le apetezca o que algo le haga recordar algún pasaje para revisar alguno de sus capítulos.
El resultado de “El fútbol a sol y sombra” es breve en páginas, pero extenso en sensaciones y recuerdos. Es uno de esos libros que marca, que te llevas pegado a la piel para el resto de tu vida, como una medalla o una cicatriz que muestras con orgullo, como un símbolo de pertenencia a un club muy especial.
En esos capítulos independientes que conforman el libro se puede encontrar de todo, desde análisis aislados de jugadores, equipos o hechos concretos a seriales. Como el que dedica a definir todos los estamentos de este mundillo, desde los aficionados a los jugadores, de los entrenadores a los directivos, o sobre todo, la maravillosa serie de artículos dedicada a los Mundiales. Una colección de textos que merecería ser un libro en si misma, en la que, con una visión periférica, desenfocada, narra la historia de cada Mundial enmarcando cada uno entre las noticias más importantes de cada año y explicando historias de los mismos que no siempre son las principales, pero sí resultan trascendentes para entender como ha ido cambiando el fútbol… y la vida en general.
Su autor, Eduardo Galeano, fallecido en abril del año 2015, fue un uruguayo mundialmente reconocido como ensayista político y periodista, experto en relatar los acontecimientos más importantes del subcontinente sudamericano. Suyas son obras tan importantes como “Las venas abiertas de América Latina” o “Memoria del fuego”, fundamentales para conocer la historia política de esos territorios.
Pero tan en serio como esos temas, se tomaba Galeano su pasión por el fútbol. Lucía con orgullo la pertenencia a un país con pocos habitantes (algo más de tres millones) pero muchos futbolistas y éxitos en este deporte. Se reconocía como un mal jugador, aunque en sus palabras se definía como “un mendigo de buen fútbol. Voy por el mundo sombrero en mano, y en los estadios suplico: una linda jugadita, por el amor de Dios”.
