En menos de 24 horas, Arica registra un segundo homicidio que sacude a la ciudad. La víctima, un hombre chileno de 45 años, fue hallada sin vida en la intersección de Toesca con Los Cedros, con lesiones visibles que apuntan a la probable intervención de terceros. La Fiscalía y la PDI trabajan intensamente bajo la dirección de la fiscal Paulina Vera, realizando pericias en el lugar y levantando evidencia para esclarecer las causas del crimen y dar con los responsables. Este hecho ocurre apenas un día después de otro homicidio en el sector de Quebrada Encantada, evidenciando una escalada de violencia que mantiene a vecinos y autoridades en alerta máxima.
La ciudad de Arica amaneció nuevamente estremecida. A menos de un día del anterior crimen que ya tenía a la comunidad consternada, un segundo homicidio se registró en la madrugada de este jueves, detonando temor y un amplio despliegue policial en el sector de Toesca con Los Cedros. Esta vez, la víctima fue un hombre chileno de 45 años cuyo cuerpo apareció tendido en plena vía pública, con lesiones visibles que de inmediato encendieron las alarmas por la posible intervención de terceros. El suceso, ocurrido en una zona habitualmente transitada, intensificó la sensación de inseguridad que en cuestión de horas se ha transformado en tema central entre vecinos y autoridades.
La escena del crimen se convirtió en punto neurálgico para la Brigada de Homicidios de la PDI y expertos del Laboratorio de Criminalística, quienes bajo la dirección de la fiscal del ECOH, Paulina Vera, iniciaron un minucioso trabajo pericial en busca de pistas que permitan reconstruir los últimos momentos de la víctima. La fiscalía ordenó una serie de diligencias con énfasis en el examen externo del cadáver, el levantamiento de rastros balísticos o cortopunzantes, además de la búsqueda de posibles testigos que pudieran aportar datos de los hechos.
Mientras los peritos trabajaban, la incertidumbre se tomó el ambiente. Las cintas de seguridad delimitaban un escenario inquietante: patrullas apostadas en las esquinas, cámaras policiales instaladas para registrar cada movimiento y funcionarios realizando entrevistas a residentes que afirmaron escuchar ruidos y voces en la madrugada, aunque sin claridad sobre lo ocurrido. Algunos vecinos relataron que la violencia nocturna ha ido “en ascenso” y que el rumor de ajustes de cuentas o disputas ligadas al crimen organizado ya no resulta ajeno para la ciudadanía.
Este nuevo caso adquiere mayor gravedad al darse en una semana particularmente crítica, marcada por otro homicidio reciente en el sector de Quebrada Encantada, donde un hombre perdió la vida a causa de un arma cortopunzante. La cercanía temporal entre ambos hechos encendió la alarma de autoridades regionales, quienes temen que se esté configurando un patrón preocupante en torno a delitos violentos en la ciudad.
Por ahora, la identidad del fallecido permanece sin ser revelada públicamente mientras sus familiares son contactados. La fiscal Vera indicó que toda hipótesis se encuentra abierta: desde la participación de terceras personas hasta posibles vínculos con grupos delictuales. La prioridad —insistió— es determinar la dinámica de los hechos, esclarecer la causa de muerte y hallar a quienes pudieran estar involucrados.
La comunidad exige respuestas. Los comerciantes del sector afirman sentirse vulnerables; madres reclaman mayor presencia policial; organizaciones vecinales planean solicitar patrullajes reforzados. La percepción de inseguridad ha escalado rápida e intensamente, con un eco inequívoco: Arica vive horas de angustia.
Lo cierto es que, mientras la investigación sigue su curso, la ciudad observa con preocupación cómo dos homicidios en menos de 24 horas reconfiguran por completo el pulso urbano, obligando a enfrentar una realidad que ya no puede ser minimizada: la violencia golpea, y golpea fuerte, dejando a la ciudadanía expectante ante las respuestas —y soluciones— de las autoridades.
