En una emotiva y simbólica aparición desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, el papa Francisco entregó su tradicional bendición «Urbi et Orbi» este Domingo de Resurrección, con un mensaje marcado por llamados a la paz y al cese de la violencia, especialmente en la Franja de Gaza. Aún recuperándose de una infección respiratoria, el pontífice optó por no leer el texto y delegó esa tarea en su maestro de ceremonias.
A través de su mensaje, el líder de la Iglesia Católica pidió que se detengan los bombardeos, se liberen los rehenes y se preste asistencia humanitaria urgente a la población afectada. Francisco también manifestó su cercanía con las comunidades cristianas en Palestina e Israel, deseando que la luz de la paz se irradie desde el Santo Sepulcro hacia todo el mundo.
El papa no solo centró su mensaje en Medio Oriente. También denunció la violencia en hospitales, escuelas y contra personal humanitario, recordando que las víctimas son personas con dignidad y alma. Añadió un firme llamado al desarme, advirtiendo que el rearme global no puede ser la respuesta a los temores de seguridad. “Usen los recursos para combatir el hambre y ayudar al desarrollo”, instó a los líderes mundiales.
Francisco también dedicó palabras al sufrimiento de los pueblos en Siria, Líbano y Yemen, y pidió mantener viva la oración por las comunidades cristianas en esa región. Tras la misa, el pontífice se acercó a los fieles saludándolos desde su papamóvil, cerrando una jornada que combinó recogimiento, esperanza y una fuerte defensa de la paz global.
