La Fundación Geoglifos de Tarapacá emitió un comunicado a raíz del revuelo que las imágenes que muestran daños que jeeperos y motociclistas han provocado en los milenarios geoglifos de Alto Barranco, ubicado al sur de Iquique, específicamente en la caleta Caramucho.
“Hacemos un llamado constante a que cada individuo se convierta en un actor activo en la protección de nuestro patrimonio arqueológico regional, especialmente ante los lamentables hechos denunciados de ataque y destrucción de motoristas al Complejo Arqueológico Alto Barranco, sitio que alberga iconografías andinas con mil años de historia, sufriendo daños irreparables”, dice Alberto Martínez Quezada, presidente de la Fundación y rector de la Universidad Arturo Prat.
Continúa diciendo que “la labor permanente de protección, conservación y difusión es una responsabilidad compartida entre diversos actores, donde la ciudadanía juega un papel fundamental. Desde la Fundación Geoglifos de Tarapacá, en nuestros casi cuatro años de trayectoria, hemos asumido este desafío como eje central de nuestra labor, ligado al empeño por lograr el reconocimiento de los Geoglifos de Pintados como Patrimonio Mundial de la UNESCO”.
Y es que, a juicio de la Fundación, la alianza entre el sector público y privada ha sido crucial en el cuidado y resguardo del patrimonio. “Recientemente, gracias al trabajo conjunto con representantes de la Mesa Técnica liderada por el Gobernador de Tarapacá, José Miguel Carvajal, se presentó formalmente la solicitud para que el «Complejo Arqueológico Geoglifos de Pintados» sea incluido en la Lista Tentativa de Bienes Culturales de Chile”.
Pero eso no es todo, pues con la intensión de avanzar en la concientización del cuidado patrimonial y su valor “excepcional” del patrimonio arqueológico tarapaqueño, la Fundación, de acuerdo con lo señalado por Martínez Quezada, ha impulsado acciones educativas “resaltando su importancia como arte rupestre monumental y testimonio cultural de nuestro territorio”.
Finalmente, el presidente de la Fundación Geoglifos de Tarapacá que “la fragilidad y sensibilidad de nuestro patrimonio frente a la acción humana nos insta a una protección más amplia y a una conservación activa de nuestras herencias culturales”.
