Con una inversión de $336 millones, el SLEP Iquique implementó fibra óptica e internet satelital en todos los colegios públicos del territorio, permitiendo que comunidades aisladas como Chanavayita y San Marcos cuenten por primera vez con conectividad de alta velocidad, beneficiando a más de 20 mil estudiantes, docentes y equipos educativos.
En Chanavayita, una escuela que hasta hace poco convivía con el silencio digital del desierto y el mar, hoy los niños levantan tablets, notebooks y celulares como si fueran antorchas inaugurales. Ese gesto resume lo que ocurrió esta semana: por primera vez en la historia del territorio, todas las escuelas públicas administradas por el Servicio Local de Educación Pública de Iquique cuentan con internet de alta velocidad, una hazaña que no solo rompe brechas tecnológicas, sino que altera la vida cotidiana de más de 20 mil estudiantes.
Lo que podría sonar como un anuncio más, aquí tiene forma de revolución. Con una inversión de $336 millones y una alianza estratégica con la empresa GTD, el SLEP Iquique desplegó fibra óptica en 30 establecimientos urbanos y encendió internet satelital Starlink en zonas aisladas como San Marcos y Chanavayita, donde el acceso a la conectividad había sido, por décadas, un espejismo.
Del aislamiento al acceso total
La postal era conocida: escuelas con señales débiles, interrupciones constantes, y docentes que intentaban navegar plataformas educativas con más paciencia que banda ancha. Hoy ese escenario se rompió de golpe.
Los colegios urbanos cuentan con fibra óptica, mientras los asentamientos costeros —donde el pavimento termina y empieza la arena— reciben señal satelital de última generación. Por primera vez, en este territorio la distancia dejó de ser excusa.
No se trata solo de navegación más rápida. El proyecto incluye telefonía IP, red WiFi interna y continuidad operativa, lo que permitirá clases híbridas, plataformas educativas estables, trámites digitales y acceso a herramientas pedagógicas de manera permanente.
Autoridades y comunidad: del discurso a la emoción
El director del SLEP, Najle Majluf, fue categórico al describir el impacto: la instalación no es un hito simbólico, sino un cambio estructural que fortalece aprendizajes, gestión y oportunidades. Para GTD, representada por el agente zonal Víctor O’Ryan, cerrar el proceso en una caleta históricamente postergada es una señal potente: conectividad como derecho, no privilegio.
Directivos escolares y docentes lo vivieron menos como ceremonia y más como alivio. Sixto Pure, director de la escuela anfitriona, lo resumió con claridad: ahora su comunidad aprende y enseña con herramientas que por años solo existieron en ciudades grandes.
Tecnología: de la pizarra al ciberespacio
La instalación satelital Starlink asegura cobertura estable donde el cableado es imposible. La fibra óptica garantiza velocidad y capacidad en áreas urbanas. Juntas, las dos tecnologías sellan una cobertura del 100% del territorio administrado.
Esta implementación:
- mejora acceso a plataformas educativas
- fortalece procesos administrativos
- habilita continuidad pedagógica
- reduce brechas entre zonas urbanas y aisladas
- integra herramientas digitales en el aula
En otras palabras: cierra la brecha digital con una acción concreta.
Una escuela costera convertida en símbolo
Chanavayita y San Marcos pasan de postales turísticas a íconos educativos. Los estudiantes, que antes veían el océano pero no el mundo digital, ahora pueden acceder a investigación, ciencia, innovación y redes globales.
Un antes y un después en el Norte Grande
Este proyecto no solo instala señal. Instala futuro.
Instala equidad.
Instala posibilidades donde antes había limitaciones.
La conectividad en el territorio ya no será una promesa. Será una realidad transversal: desde Iquique y Alto Hospicio hasta el borde costero.
Y aunque falte camino, este primer paso garantiza algo histórico: el derecho a aprender en línea… sin importar el código postal.
