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VACACIONES EN IQUIQUE: CONOCE MATILLA, UN ASOMBROSO POBLADO CON TRADICIONES MILENARIAS

Matilla se ubica junto a la Quebrada de Quisma, en el margen oriental de la Pampa del Tamarugal, a cuatro kilómetros de Pica y a 100 de Iquique. Las aguas del estero aledaño han permitido la existencia de un verdadero oasis, lo que posibilitó el poblamiento del lugar y el cultivo de diversos productos, en particular de la vid, desde comienzos del siglo XVIII, para ser llevados a los principales centros del Virreinato del Perú.

Desde el principio del camino oeste que lleva a Matilla, a lo lejos se levanta un pequeño pero asombroso poblado. Allí es posible apreciar las granjas de modestos agricultores que siguen la tradición heredada por siglos. Todo este vergel culmina en una imponente iglesia, en el centro de Matilla.

El poblado data de 1760 y fue uno de los sitios utilizados para vivir por la aristocracia de la zona. Su tradición histórica nace en la producción de vinos durante el 1700 que fueron llevados a las principales ciudades del virreinato como Arequipa o Potosí.

IGLESIA Y CAMPANARIO DE SAN ANTONIO DE MATILLA

Lo mejor de todo es que aún se conservan hitos representativos de ese pasado esplendoroso. Al llegar a su plaza principal, la iglesia de San Antonio sobresale con su estilo barroco mezclado con neoclásico y con el campanario que se separa del edificio principal por unos cuantos metros.

A pesar de ser destruida por uno de los tantos terremotos que azotaron la región, sus cimientos se mantienen y la actual edificación data de 1887, exceptuando el campanario que es el único sobreviviente desde la inauguración del templo en el año 1721.

Cada 13 de junio, el pueblo y la iglesia de Matilla reciben a los numerosos devotos que se encaminan hasta el lugar para celebrar la fiesta de San Antonio; razón por la que el templo mantiene hasta hoy su relevancia como centro para la cultura de la región.

Pese a haber sufrido importantes daños con del terremoto del año 2005, precisamente durante la celebración de San Antonio, dos años después tanto la iglesia como el campanario terminaron de ser restaurados, bajo un proyecto gestionado por la Corporación Patrimonio Cultural de Chile y con el aporte de la minera Doña Inés de Collahuasi, acogida a la Ley de Donaciones.

La iglesia y el campanario del pueblo de Matilla fueron declarados Monumento Histórico el 6 de julio de 1951.

LA PLAZA Y SUS FAMOSOS ALFAJORES

Posteriormente es recomendable ir a la plazoleta al lado de la iglesia y sentarse a observar la paz campesina junto a unos árboles gigantescos y de una sombra realmente salvadora.

Pero antes de retirarse de Matilla, primero hay que probar sus afamados alfajores de mango o un juguito cítrico donde “Hilda”. ¡A disfrutar!

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