El fatal accidente ocurrió pasada las 22:00 horas en el kilómetro 725 de la Ruta 5 Norte, en Vallenar, cuando tres camiones protagonizaron una colisión de alta energía que dejó dos víctimas fatales, dos lesionados y un extenso corte vehicular en la zona.
La Ruta 5 Norte volvió a demostrar que, cuando cae la noche, el desierto de Atacama puede transformarse en un escenario brutal. Eran pasadas las 22:00 de ayer jueves cuando un estruendo —se oyó desde varios kilómetros— quebró la calma habitual del tramo que cruza Vallenar. Tres camiones de carga, avanzando por el kilómetro 725, terminaron convertidos en un amasijo de metal tras una colisión tan violenta que dejó dos personas muertas al instante y a otras dos atrapadas entre fierros retorcidos.
El choque no fue un simple accidente. Fue una escena de caos: luces intermitentes atravesando la oscuridad, bocinazos sin conductor, polvo levantándose como neblina árida y el silencio posterior que solo dejan los impactos de alta energía. Cuando los primeros equipos de emergencia llegaron, se encontraron con una postal trágica: las cabinas de los camiones completamente destruidas y restos esparcidos por ambos sentidos de la carretera.
La carrera contra el tiempo
Samu Atacama, Bomberos de Vallenar y Carabineros se desplegaron en minutos. El trabajo fue quirúrgico, tenso, casi desesperado. Se requirieron herramientas de rescate especializadas para liberar a los heridos, quienes fueron estabilizados en plena carretera mientras la ruta quedaba completamente bloqueada en dirección norte–sur.
La Concesionaria Valles del Desierto también debió sumarse a la emergencia, coordinando desvíos, iluminando la zona y realizando cortes totales mientras decenas de vehículos quedaban atrapados, esperando bajo la noche fría que el camino volviera a abrirse.
Preguntas sin respuesta
Hasta ahora, nadie sabe qué desató la tragedia. ¿Un adelantamiento mal calculado? ¿Un frenazo repentino? ¿Una distracción fatal? La SIAT de Carabineros quedó a cargo de reconstruir segundo a segundo la secuencia que terminó cobrando dos vidas y dejando a una comunidad conmocionada.
Lo único claro es que no hubo tiempo para maniobras. El impacto fue directo, contundente y mortal.
El desierto como testigo
Mientras las grúas levantaban los restos de los camiones y los peritos inspeccionaban la zona, la carretera seguía cerrada. Era una imagen que parecía sacada de un thriller nocturno: ambulancias encendidas, bomberos moviéndose entre sombras, y el silencio de los vehículos atrapados que observaban sin poder avanzar.
Vallenar amaneció con la noticia y con la ruta todavía con señales de la tragedia: marcas en el asfalto, fragmentos de carga y la sensación amarga de que, en cuestión de segundos, un tramo habitual del país se transformó en un punto fatal.
Una advertencia en medio del camino
Autoridades hicieron un llamado urgente al autocuidado, a respetar velocidades y a mantener máxima atención en la ruta. No es un consejo cliché: es la conclusión inevitable después de ver cómo tres camiones —máquinas imponentes, pensadas para resistirlo casi todo— quedaron reducidos a estructuras irreconocibles.
La noche ya pasó, pero la Ruta 5 Norte sigue cargando con el peso de lo ocurrido. Y mientras la SIAT intenta dar con la causa, la pregunta que flota en el aire es la misma para todos: ¿qué desencadena una colisión capaz de cambiar tantas vidas en un solo instante?
