
Por momentos, la calle Juan Antonio Ríos parece una más en el entramado de Arica: casas bajas, portones metálicos que amanecen con el salitre pegado como polvo viejo, vecinos que barren la vereda sin mirar demasiado, pero detrás de una de esas puertas, a fines del 2024, se escondía una historia que ahora retumba en los pasillos judiciales y que la Fiscalía logró desentrañar pieza por pieza: armas, droga, una granada de mano y un circuito de tráfico de migrantes que operaba como un reloj oscuro.
El golpe policial que abrió la caja negra
Todo comenzó meses antes, el 17 de noviembre de 2023, cuando detectives de la Brigada Investigadora de Trata de Personas de la PDI detectaron, en plena frontera, un grupo de 19 migrantes, entre ellos cuatro niños y adolescentes, exhaustos, deshidratados y engañados por la promesa de una entrada “fácil” a Chile. No era un caso aislado, pero sí un hilo del que los investigadores decidieron tirar.
Ese hilo llevó a un nombre: Justin Graterol Morales, ciudadano venezolano, discreto para algunos, enigmático para otros… pero para la Fiscalía, la pieza clave de una operación que movía personas como mercancía.
El allanamiento que lo cambió todo
El 30 de agosto de 2024, tras semanas de seguimientos silenciosos, los detectives irrumpieron en su domicilio. Lo que encontraron parecía sacado del inventario de una guerra que nadie declaró:
- 5 armas de fuego de distintos calibres
- Cargadores y municiones en abundancia
- Una granada de mano en perfecto estado de funcionamiento
- Casi 2,5 kilos de droga: marihuana, cocaína, sustancias listas para corte
El hallazgo pulverizó cualquier explicación posible. No era solo tráfico de migrantes. No era solo droga. Era un punto neurálgico, un pequeño búnker incrustado en un barrio común.
El juicio que no dejó dudas
Durante el juicio oral, el fiscal Cristián Echiburu desplegó una batería de pruebas: registros telefónicos, seguimientos, peritajes balísticos, testimonios de policías y material incautado. Cada elemento apuntaba a lo mismo: Graterol no era un peón, era un coordinador activo del tránsito ilegal de personas, y además mantenía un arsenal destinado, probablemente, a proteger el negocio o a otros fines que nunca alcanzaron a ejecutarse.
El tribunal no vaciló: veredicto condenatorio unánime por los delitos de:
- Tráfico ilícito de estupefacientes
- Tráfico de migrantes agravado
- Porte ilegal de arma de fuego prohibida
- Porte ilegal de municiones
La sentencia será entregada el viernes 12 de diciembre en el Tribunal Oral de Arica, pero en la ciudad ya resuena el caso como uno de los más graves del último tiempo.
Un barrio sacudido; una ciudad alerta
Mientras tanto, en Juan Antonio Ríos, los vecinos todavía miran de reojo la casa donde la PDI sacó cajas, bolsas, armas y aquella granada que a más de uno le quitó el sueño.
La sensación es simple: si eso pasaba aquí, ¿qué puede estar pasando en otras puertas iguales?
Hoy la Fiscalía celebra una condena que marca un precedente.
Arica, por su parte, mira con atención, porque detrás de cada caso como este, siempre hay una trama más profunda esperando ser descubierta.
🟢 IMPORTANTE ACLARACIÓN:
De acuerdo con el principio de presunción de inocencia, toda persona acusada de un delito debe ser considerada inocente mientras no exista una sentencia judicial firme que determine su culpabilidad.
Esta nota aborda un proceso aún en desarrollo y no pretende prejuzgar los hechos ni el resultado final de las investigaciones.







