EXPECTATIVA ROTA: TRUMP SILENCIÓ A VENEZUELA EN DISCURSO HISTÓRICO MIENTRAS SU ADMINISTRACIÓN INTENSIFICA LA PRESIÓN

Pese a la gran expectativa internacional sobre un posible anuncio de medidas contra Venezuela, el presidente Donald Trump omitió por completo cualquier referencia al país sudamericano en su discurso desde la Casa Blanca. En cambio, centró su mensaje en resaltar logros económicos, criticar a la administración de Joe Biden y defender su política migratoria, mientras su gobierno intensifica acciones como el bloqueo a buques petroleros sancionados provenientes de Venezuela.
La noche estaba lista para un golpe diplomático, una declaración que podría haber cambiado el curso de 2025 en América Latina. Analistas y corresponsales de todo el mundo prendieron sus transmisiones en vivo al filo de las 21:00 horas (EST), convencidos de que el presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, haría un anuncio contundente sobre Venezuela, pero lo que llegó desde la Casa Blanca fue otra cosa: un discurso de 18 minutos que omitió por completo cualquier mención directa al país sudamericano, pese a una escalada sin precedentes en las últimas semanas.
El sonido de expectación fue reemplazado por un silencio inesperado. Trump, vestido con su habitual porte presidencial, hizo un repaso de sus logros económicos, criticó duramente a su predecesor, Joe Biden, y defendió sus políticas migratorias, pero ni una sola vez pronunció la palabra “Venezuela” ante la nación.
Cual paradoja, horas antes del discurso su propio Gobierno había anunciado una bloqueo total sobre los buques petroleros sancionados que entran y salen de Venezuela, una medida que expertos internacionales califican como “la acción naval más agresiva en el Caribe en décadas”.
Este bloqueo —que restringe drásticamente el comercio de crudo de la nación con las mayores reservas probadas de petróleo del planeta— no fue explicado en el mensaje oficial de Trump. En su lugar, el mandatario resaltó que Estados Unidos se encuentra “al borde de un boom económico como el mundo nunca ha visto” para 2026, celebró reducciones de precios en bienes de consumo y anunció pagos especiales a miembros del Ejército, denominados “Dividendo del Guerrero”.
El contraste fue inmediato y brutal: fuera de pantallas y micrófonos oficiales, la tensión geopolítica continúa escalando. Gobiernos aliados y adversarios han reaccionado. Rusia, por ejemplo, hizo un llamado público para que Washington “no cometa un error fatal” en sus políticas hacia Venezuela, subrayando que Moscú mantiene respaldo estratégico al gobierno de Nicolás Maduro en un momento de creciente confrontación.
Y no faltan los que interpretan el silencio presidencial como estrategia deliberada. En el Capitolio, la Cámara de Representantes rechazó dos resoluciones que buscaban limitar las acciones militares del presidente sin la aprobación del Congreso, destacando divisiones internas incluso entre aliados del propio Trump.
Mientras tanto, Caracas ha calificado el bloqueo como un acto que viola el derecho internacional y estudia llevar el caso ante la ONU, en un cruce de acusaciones que incluye desde terrorismo económico hasta piratería marítima.
Para el público estadounidense y el mundo, el resultado fue una mezcla de expectativa frustrada y realidad cruda: se esperaba una declaración sobre Venezuela —posiblemente incluso un anuncio formal de confrontación militar—, pero llegó un discurso centrado en la economía interna, los inmigrantes y el contraste con la “era Biden”. Algunos analistas consideran que Trump eligió evitar mención de Venezuela para no alimentar más tensiones o para mantener flexibilidad estratégica, mientras sus acciones sobre el terreno ya hablan por él.
Desde los cafés en Caracas hasta las cancillerías de Europa, pasando por las portadas de Asia, el mensaje fue claro: el presidente de Estados Unidos puede ignorar un tema en su discurso, pero no puede borrar su impacto real del mapa geopolítico global.
En una era de comunicaciones instantáneas, la ausencia de un mensaje puede convertirse en mensaje en sí mismo; y esta noche, el silencio de Trump sobre Venezuela retumba como un estruendo político que pocos esperaban, pero que todos observan con atención.







