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ESTE VIERNES LLEGA A CHILE DOCUMENTAL QUE HACE JUSTICIA A LA GRANDEZA DE LOS BEE GEES

Este viernes se integra al catálogo de iTunes How can you mend a broken heart, el extraordinario documental de HBO que revive las cumbres y tragedias de los hermanos Gibb; desde sus inicios y primeros éxitos en los 60 al fenómeno que protagonizaron de la era disco, la gloria y la condena del grupo. Con entrevistados como Noel Gallagher, Eric Clapton y el sobreviviente Barry Gibb, el filme logra situar al trío británico a la altura que merece en la historia del pop.

A veces, la creación de un himno del pop tiene tanto de disciplina y perseverancia como de alquimia y hechicería. Y en el caso de los Bee Gees, la magia ocurría en el estudio, donde inexplicablemente -y para asombro de los diversos productores y músicos de acompañamiento que pasaron por ahí- todo era resuelto fácil y espontáneamente por los hermanos Gibb. Las melodías perfectas, las letras siempre escritas durante la misma grabación, las armonías vocales que tenían mecanizadas desde niños y esa chispa inagotable para dar forma a otro nuevo clásico; salvo las disputas entre Barry y Robin por quién haría la voz principal de cada tema, cada engranaje funcionaba a la perfección en una de las mayores máquinas de éxitos que dejó la música popular del siglo XX.

Lo anterior queda más claro que nunca para el resto de los mortales en The Bee Gees: How can you mend a broken heart, el extraordinario documental que HBO estrenó a fines del año pasado en Estados Unidos y que este viernes se integra al catálogo de iTunes (aunque es de esperar que también sea parte de la oferta de HBO Max cuando el servicio aterrice en Latinoamérica). Será la primera vez que el público chileno pueda acceder de manera formal a la más completa semblanza realizada hasta ahora en torno al trío británico, a su atípica y extensa carrera, así como a los episodios que en distintos momentos los llevaron a la gloria y al despeñadero.

Con el primogénito Barry (74) como último sobreviviente del clan -el primero que murió fue el menor, Andy, en la ruina y destrozado por sus adicciones en 1988- y protagonista frente a la cámara desde la soledad de su mansión en Miami, el filme triunfa en su apuesta por balancear la historia familiar de los Gibb, la reconstrucción del impacto del grupo en la cultura popular en décadas distintas y también la trastienda de sus arriesgadas decisiones artísticas y múltiples virajes musicales. Los más entendidos encontrarán valiosos registros de estudio y entrevistas perdidas. Los neófitos en el mundo Bee Gees, un verdadero tesoro eclipsado por Stayin’ alive y las lentejuelas brillantes de la era disco, la cumbre de popularidad del grupo y a su vez, su condena.

Tras adentrarse en la prehistoria del conjunto y en la infancia de los hermanos Gibb en Australia, el filme muestra la rápida inserción del trío en el fenómeno de la invasión británica impulsado por los Beatles, cuando aún eran adolescentes y de la mano de sus juegos de voces y los estribillos inolvidables de éxitos tempranos como Spicks and specks, Massachusetts y New York mining disaster. Este último, otro ejemplo de un himno que salió casi de la nada: mientras grababan su tercer disco en los estudios IBC de Londres, un corte de luz los llevó a improvisar una melodía en una escalera a oscuras, donde surgieron aquellas claustrofóbicas líneas en torno a una tragedia minera.

Los Bee Gees conquistaban los ránkings, triunfaban a ambos lados del Atlántico y no se parecían a nadie. Pasaban del sonido beat y la sicodelia a un manejo del R&B inusual para un grupo de blancos. Los entrevistados del documental ayudan a ponderar su impacto de entonces: Noel Gallagher (Oasis) y Nick Jonas (Jonas Brothers) dan cuenta de las ventajas sonoras y los problemas que implica hacer música entre hermanos. El exitoso productor Mark Ronson recuerda cómo los Gibb terminaron influenciando y viendo reinterpretadas sus baladas por artistas afroamericanos, como Words, To love somebody y la que da título a la película.

Eric Clapton, otro entrevistado de la producción, se adjudica el crédito -medio en serio, medio en broma- de lo que vino para el grupo: tras la popularidad llegó el olvido y años de oscuridad y quiebres internos para el trío, hasta que a mediados de los 70 “Mano lenta” les sugiere cambiar de aire, grabar en Miami y ocupar la mítica casa-estudio de su propiedad donde se había rehabilitado años antes. La apuesta funcionó y los Bee Gees comenzaban una nueva era en las playas de Florida, más sintética y bailable, en una de las reinvenciones más notables de la historia de la música popular.

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