
El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) reveló que la tasa de desocupación nacional alcanzó un 8,5% durante el trimestre julio-septiembre de 2025. Aunque la cifra aún refleja tensiones en el empleo, muestra un pequeño avance en comparación con el año anterior.
En medio de un escenario económico desafiante y con la inflación aún presionando los bolsillos de las familias, el empleo en Chile da una leve pero alentadora señal de estabilidad. Según los últimos datos de la Encuesta Nacional de Empleo (ENE) elaborada por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la tasa de desocupación nacional se ubicó en 8,5% entre julio y septiembre de 2025, lo que representa una disminución de 0,2 puntos porcentuales en doce meses.
El dato, aunque modesto, se interpreta como una muestra de resistencia del mercado laboral. Detrás de la cifra hay una fuerza de trabajo que creció un 1,2%, impulsada por la búsqueda activa de empleo, y un aumento de 1,5% en la cantidad de personas ocupadas, lo que permitió compensar el impacto de la desaceleración económica que afecta a varios sectores productivos del país.
Más ocupados, menos cesantes
El informe del INE indica que las personas desocupadas disminuyeron un 1,3% en comparación con el mismo trimestre del año pasado, una caída explicada casi por completo por la reducción de quienes se encontraban cesantes (-1,4%). En tanto, el grupo de quienes buscan trabajo por primera vez se mantuvo sin variación.
Las tasas de participación (61,9%) y ocupación (56,6%) también experimentaron incrementos respecto del año anterior, lo que refleja una mayor disposición de las personas a integrarse o mantenerse dentro del mercado laboral.
La brecha de género: un desafío persistente
El desglose por sexo muestra diferencias que continúan marcando la estructura del empleo en Chile. En el caso de las mujeres, la tasa de desocupación alcanzó un 9,1%, mientras que entre los hombres se situó en 8,1%.
Aunque ambas cifras muestran leves mejoras respecto a 2024, la brecha de género en el desempleo se mantiene sobre un punto porcentual, evidenciando las dificultades que aún enfrentan las mujeres para acceder a trabajos estables o retornar al mercado formal.
Las tasas de participación femenina (52,8%) y ocupación (48%) aumentaron ligeramente, lo que sugiere una recuperación paulatina tras los años más críticos de la pandemia, pero todavía con rezagos en comparación con los hombres, cuya participación laboral alcanzó el 71,4%.
Los sectores que tiran del carro
No todo es negativo. Tres sectores económicos fueron claves para sostener el crecimiento del empleo en los últimos doce meses:
- Información y comunicaciones, que registró un impresionante salto del 21,3%, impulsado por la digitalización de servicios y la expansión del trabajo remoto.
- Servicios administrativos y de apoyo, con un aumento del 12,9%, asociado a labores de gestión y atención al cliente.
- Actividades de salud, que crecieron un 5,4%, confirmando la fortaleza del rubro sanitario tras la pandemia.
Por tipo de empleo, el alza se explicó tanto por los asalariados formales (0,9%) como por los informales (3,7%), lo que refleja una leve expansión en ambos segmentos.
Informalidad: un freno silencioso
Pese al crecimiento en el número de ocupados, la informalidad laboral sigue afectando a uno de cada cuatro trabajadores en el país. El INE informó que la tasa de ocupación informal se ubicó en 26,2%, con un descenso de 0,8 puntos porcentuales en un año.
La caída se explica principalmente por las disminuciones en comercio (-5,1%) e industria manufacturera (-4,8%), sectores donde abundan los empleos precarios o sin contrato.
Tanto hombres como mujeres redujeron su participación en la informalidad, aunque el problema persiste con mayor fuerza en ellas: 28,1% de las mujeres trabajadoras sigue desempeñándose sin protección laboral, frente al 24,8% de los hombres.
Más horas, más productividad
Otro dato relevante del informe es el aumento del número total de horas efectivas trabajadas, que subió un 2,2% en doce meses. En promedio, los trabajadores chilenos completaron 36,4 horas semanales, aunque con una marcada diferencia por género: 38,5 horas en los hombres y 33,6 horas en las mujeres.
El INE también reportó que la tasa combinada de desocupación y fuerza de trabajo potencial (SU3) —que mide no solo a los desempleados sino también a quienes podrían incorporarse al mercado laboral— alcanzó un 16,5%, una leve baja de 0,3 puntos porcentuales. La brecha entre hombres y mujeres en este indicador sigue siendo considerable: 14,2% y 19,3%, respectivamente.
Santiago: una leve mejora en el corazón económico
En la Región Metropolitana, la tasa de desempleo llegó a 8,8%, con una reducción de 0,3 puntos en un año. Los sectores que más aportaron al crecimiento del empleo capitalino fueron información y comunicaciones (30,8%), industria manufacturera (8,2%) y servicios administrativos (17,4%), lo que confirma que el repunte del trabajo se concentra en las áreas urbanas y de servicios.
Una señal tenue, pero esperanzadora
Aunque los indicadores aún muestran una economía ajustada, los números del INE sugieren que el empleo chileno resiste y se adapta. Con un leve repunte en la ocupación y una baja en la informalidad, el país parece avanzar lentamente hacia una recuperación más sólida.
El desafío, advierten los economistas, será sostener este equilibrio sin depender exclusivamente de los servicios, diversificando las fuentes de empleo y cerrando la persistente brecha de género que, pese a los avances, sigue marcando el pulso del trabajo en Chile.
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