Tras semanas de desórdenes y fuego en las afueras del INBA, el OS9 detuvo a tres estudiantes de entre 14 y 16 años identificados por cámaras como presuntos autores de ataques con bombas molotov contra el COP en octubre; la justicia ordenó internación provisoria para dos de ellos y arresto domiciliario para el tercero, mientras Fiscalía indaga si existen más responsables.
La noche del jueves 18 de diciembre marcó un punto de inflexión en una saga de violencia juvenil que durante semanas sacudió las inmediaciones del histórico Internado Nacional Barros Arana (INBA): el Departamento OS9 de Carabineros logró la detención de tres menores de edad —todos estudiantes del emblemático liceo— acusados de ser los presuntos instigadores de una serie de ataques incendiarios con artefactos tipo bomba molotov contra personal policial, registrados en las crisis de octubre pasado.
La captura de estos adolescentes, de 14, 15 y 16 años, fue el resultado de un minucioso trabajo investigativo que incluyó análisis de cámaras municipales y órdenes judiciales que permitieron identificar sus rostros incluso bajo pasamontañas.
Lo que pudo haber quedado como otro episodio más de desórdenes estudiantiles en la capital chilena, hoy se despliega con todas sus aristas: investigaciones penales, medidas cautelares que envían a dos de ellos a internación provisoria, y el debate sobre la violencia juvenil en las calles del centro.
CUATRO DÍAS DE INCENDIOS, PROTESTAS Y BOTELLAS ENCENDIDAS
La investigación se centró en una serie de cuatro ataques violentos ocurridos los días 2, 13, 20 y 22 de octubre, cuando grupos de jóvenes armados con artefactos incendiarios atacaron a efectivos del Control de Orden Público (COP) en las afueras del INBA. En algunos de esos episodios, según las autoridades, los lanzamientos de bombas molotov se hicieron de forma coordinada, con rostros cubiertos y roles definidos, lo que sugeriría una planificación que iba más allá de una protesta espontánea.
Gracias al cruce de imágenes del circuito de seguridad de la Municipalidad de Santiago, los investigadores lograron identificar a tres jóvenes que aparecían repetidamente entre las multitudes encapuchadas, lanzando los artefactos incendiarios contra los uniformados. Esa labor audiovisual fue clave para obtener órdenes de detención y allanamiento que, el jueves, se materializaron en detenciones efectivas, señalaron fuentes policiales.
DETRÁS DE LOS NÚMEROS: DOS INTERNACIONES PROVISORIAS Y UN ARRESTO DOMICILIARIO
Una vez que Carabineros detuvo a los adolescentes, estos fueron puestos a disposición de la justicia. El Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago decretó medidas cautelares: dos de los jóvenes —identificados como H.F.A.K.I. (15) y V.A.O.M. (16)— quedaron en internación provisoria en un centro del Servicio Nacional de Menores, por considerarse que tendrían mayor participación en los hechos violentos. El tercero, A.J.S.D. (14), recibió arresto domiciliario nocturno por su vinculación en uno de los episodios registrados.
El fiscal (s) a cargo del caso, Nicolás Beyer, explicó que los cargos están asociados a delitos graves establecidos en la Ley sobre Control de Armas y Explosivos, debido al uso de artefactos incendiarios en contra de fuerzas de orden público que cumplían funciones de seguridad en el sector.
EL INBA: UN ESCENARIO DE TENSIONES QUE LLEVA MESES
Los incidentes no son un fenómeno aislado en el emblemático liceo santiaguino. Durante octubre y semanas previas, se habían registrado repetidos desórdenes en los alrededores: encapuchados lanzaron bombas molotov, agredieron a docentes, incluso rociaron con combustible a un profesor en un episodio anterior que obligó a suspender clases y movilizar a Carabineros.
En otros momentos, grandes grupos encapuchados protagonizaron enfrentamientos contra la policía que llegaron a obligar desvíos de tránsito y alteraciones en el sector urbano. Aunque no todos los episodios han terminado con detenciones, sí han dejado una percepción de constante tensión y riesgo alrededor del INBA durante el último trimestre del año.
CAMARILLAS EN LA OSCURIDAD: IDENTIFICAR A LOS ADOLESCENTES DETENIDOS
Los tres menores detenidos pertenecen a la comunidad educativa del Internado Nacional Barros Arana, un establecimiento con más de un siglo de historia y reconocido tradicionalmente por su formación pública. Ninguno intentó resistir a su detención, y en los allanamientos realizados en sus domicilios las autoridades incautaron botellas con mecha, pasamontañas, máscaras, teléfonos, y un computador que se presume fue utilizado para coordinar acciones.
Los uniformados destacaron el papel de las tecnologías, el análisis pericial de cámaras y el trabajo conjunto entre Carabineros y el Ministerio Público para construir un caso sólido que permitió estas detenciones sin resistencia ni conflictividad familiar durante los operativos.
UN DEBATE ABIERTO: VIOLENCIA JUVENIL, EDUCACIÓN Y SEGURIDAD PÚBLICA
El arresto de menores por lanzar bombas molotov a Carabineros plantea un desafío complejo para la sociedad chilena: ¿cómo se conjugan la seguridad pública, la represión policial y un contexto educacional que ha visto protestas, tensiones y desórdenes en los últimos meses? La participación de estudiantes tan jóvenes en actos graves de violencia no solo reactiva el debate sobre la disciplina y convivencia escolar, sino también sobre el rol de redes de apoyo o influencias externas que puedan motivar estas acciones.
Carabineros y la Fiscalía han señalado que el caso podría tener implicancias más profundas, pues los hechos no solo constituyen delitos graves, sino que también ponen foco en la forma en que jóvenes y adolescentes se involucran en episodios que cruzan las líneas entre protesta y violencia dirigida.
UNA INVESTIGACIÓN QUE SIGUE ABIERTA
Con los adolescentes ya formalizados y con medidas cautelares dictadas, la investigación continúa su curso, buscando esclarecer si existe un núcleo mayor de participación detrás de estos acontecimientos y si otros eventos registrados en octubre pueden vincularse a los mismos responsables o grupos asociados.
En tanto, la comunidad educativa del INBA y las autoridades municipales enfrentan ahora el desafío de restaurar el orden y reconstruir un ambiente escolar que ha sido sacudido por una serie de episodios que superan la mera disidencia estudiantil y se internan en un terreno de violencia deliberada y consecuencias judiciales profundas.
