
Lo que por décadas fue abandono, hoy empieza a transformarse en datos en tiempo real. El altiplano, las quebradas y las comunidades agrícolas de Tarapacá comienzan a operar con tecnología que puede marcar la diferencia entre salvar o perder una cosecha.
Durante años, los agricultores de altura sembraron mirando el cielo como único pronóstico. Heladas inesperadas, lluvias estivales sin aviso y sequías prolongadas golpearon la producción sin margen de reacción. Hoy, por primera vez, Tarapacá comienza a cerrar esa herida histórica.
Ya están operativas tres estaciones agroclimáticas integradas a la Red Agroclimática Nacional, lo que marca un antes y un después para la región.
EL ORIGEN DEL CAMBIO: LA PRESIÓN QUE NADIE PUDO IGNORAR
Detrás de este avance hay más de un año de gestiones impulsadas por la Alianza Mundial Aymara (AMA), organización que visibilizó públicamente que Tarapacá estaba excluida de la red nacional de monitoreo climático.
En noviembre de 2024, la organización denunció que la región no contaba con estaciones oficiales. En diciembre de ese mismo año, se realizó una reunión clave con la SEREMI de Agricultura, donde se planteó un plan progresivo: instalar hasta 12 estaciones agroclimáticas.
Hoy, a diciembre de 2025, los compromisos comienzan a cumplirse.
DÓNDE ESTÁN Y QUÉ HACEN
Las estaciones ya en funcionamiento incluyen:
- Pachica (comuna de Huara)
- Bajo Soga (comuna de Huara)
- Una estación adicional que completa las tres operativas en la región
Estas unidades entregan información gratuita y en tiempo real sobre:
- Temperatura
- Humedad ambiental
- Precipitaciones
- Dirección y velocidad del viento
- Radiación solar
Toda la información está disponible públicamente en la plataforma agrometeorologia.cl.
UN SISTEMA QUE SALVA COSECHAS
Esta tecnología no es solo instrumental: es preventiva. Permite anticiparse a:
✅ Heladas
✅ Sequías
✅ Crecidas de quebradas
✅ Lluvias estivales intensas
✅ Eventos climáticos extremos
Por primera vez, los pequeños agricultores de altura pueden planificar riegos, proteger cultivos y activar medidas de emergencia antes de que el daño sea irreversible.
LAS AUTORIDADES EN TERRENO
Hasta Bajo Soga llegaron autoridades nacionales y regionales para constatar el funcionamiento de las estaciones:
- Camila Castillo, delegada presidencial del Tamarugal
- Eduardo Justo, seremi de Agricultura
- Adolfo Hidalgo, director de INDAP Tarapacá
- Juan Pablo Pérez, subdirector nacional norte de CONADI
- Patricia Montenegro, directora regional de SENAPRED
La delegada presidencial fue clara:
“Fortalecer esta infraestructura es clave para responder a emergencias climáticas. Hoy los agricultores tienen más información y nosotros, como autoridades, mejores herramientas para anticiparnos”.

LO QUE VIENE: MÁS ESTACIONES EN CAMINO
El plan no se detiene.
Ya existe:
- Un proyecto de la SEREMI de Agricultura aprobado técnicamente para instalar nuevas estaciones en Colchane, Camiña y Huara.
- Una iniciativa del INIA que busca financiamiento regional para instalar siete estaciones adicionales.
Si los proyectos se concretan, Tarapacá pasará de años de invisibilidad a disponer de hasta 13 estaciones agroclimáticas.
EL IMPACTO EN LOS AGRICULTORES
Para las comunidades agrícolas, el cambio es tangible.
Pedro Vilches, presidente de la Asociación Indígena de Agricultores de Bajo Soga, lo resumió así:
“Antes no sabíamos cuándo venían las heladas y perdíamos los cultivos. Ahora vamos a poder ver el comportamiento del clima durante todo el año. Esto es fundamental para todos los agricultores”.
EL MENSAJE DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS
Desde la Alianza Mundial Aymara, su presidente Juan Carlos Hernández Caycho aseguró que este avance no es casual:
“Este logro nace de haber levantado la voz cuando Tarapacá estaba invisibilizada. Para la Nación Aymara, el clima no es solo una variable técnica: es parte del equilibrio sagrado con la Pachamama. Esperamos que se cumpla la meta de las 12 estaciones y que la protección de nuestros territorios rurales se transforme en una política permanente”.

TARAPACÁ EMPIEZA A MIRAR EL FUTURO CON DATOS, NO CON INCERTIDUMBRE
Tras décadas de producir sin herramientas, la región comienza a cerrar una brecha estructural frente al cambio climático.
Hoy, el cielo ya no es el único aviso.
Ahora hay ciencia, datos y prevención.
Y para la agricultura andina, eso puede significar la diferencia entre sobrevivir o desaparecer.







