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“SABORES DE AMOR”: EL REFUGIO DEL BORO QUE VOLVIÓ A LATIR GRACIAS A UNA CARAVANA SOLIDARIA DE GENDARMERÍA

En uno de los sectores más postergados de Alto Hospicio, donde cada sábado decenas de niños esperan con ilusión el plato caliente que no siempre llega a casa, un comedor que lleva 23 años resistiendo recibió un inesperado impulso: 20 cajas repletas de alimentos, ropa, juguetes y abrigo entregadas por funcionarios de Gendarmería en el marco de su 95° aniversario.

La mañana en que el Boro despertó con esperanza

El sol recién comenzaba a bajar la helada del desierto cuando una camioneta blanca de Gendarmería dobló por las calles polvorientas de El Boro. Tras ella, funcionarios con uniformes verdes descargaban cajas, bolsas y paquetes que llamaron inmediatamente la atención de los vecinos.

El destino: el histórico comedor infantil “Sabores de Amor de San Lorenzo”, un espacio levantado a puro esfuerzo por Patricia Castillo Ramírez, una mujer que desde 2002 cocina, escucha, cuida y abraza a niñas y niños de tomas y campamentos cercanos.

“Llegaron como una bendición”, comentaba una vecina, mientras los pequeños comenzaban a asomarse desde esquinas y pasajes.

La caravana solidaria de Gendarmería

La actividad —parte del programa de conmemoración del 95° aniversario de Gendarmería de Chile— fue encabezada por la directora regional, coronel Nélida Troncoso, acompañada del teniente Álvaro Palominos, jefe operativo regional subrogante; el sargento segundo Raúl Sepúlveda, encargado del Servicio de Bienestar, y un grupo de funcionarios que no se limitaron a entregar cajas: también llevaron conversación, compañía y un momento de humanidad.

Las 20 cajas contenían alimentos no perecibles, juguetes, ropa, pañales, cobertores y elementos básicos que para muchos hogares pueden parecer simples, pero que aquí cambian la semana entera de una familia.

La iniciativa nació en la capellanía católica de Gendarmería, impulsada por el presbítero Armando Vergara, quien desde hace años conoce de cerca la realidad del sector: atiende a los fieles, comparte con las familias y sabe, con nombre y apellido, quiénes son los niños que llegan al comedor con hambre real.

Un comedor que sobrevive solo con voluntad y una jubilación

Patricia Castillo, conocida por todos como “la tía-mamá”, no exagera cuando dice que este comedor es su vida. Desde hace 23 años, cada sábado abre sus puertas entre las 10:00 y las 13:00 horas, recibiendo de 50 a 80 niños, desde los dos hasta los 17 años.

“Ellos esperan toda la semana este día. No falta el que llega corriendo desde la esquina”, comenta emocionada.

Pero detrás de esa constancia hay una verdad dura:
👉 El comedor no recibe financiamiento estatal.
👉 Tampoco tiene convenios con privados.
👉 La comida, el gas, los utensilios y hasta el pan del desayuno, todo, absolutamente todo, se paga con la jubilación de Patricia y de su esposo.

“No tenemos apoyo fijo. A veces nos ayudan personas de manera espontánea, pero la mayoría del tiempo somos nosotros dos”, explicó, al borde de las lágrimas, mientras observaba las cajas recién descargadas.

Palabras desde Gendarmería: un gesto sin cálculo

La coronel Nélida Troncoso lo dijo sin rodeos:

“Este es un aporte desinteresado, hecho desde el corazón. Cada funcionario aportó lo que pudo, pensando en los niños. Reciban este gesto como un abrazo de toda Gendarmería de Chile”.

El sargento Sepúlveda añadió que la campaña se gestó rápidamente, una vez que supieron de las urgencias del comedor:

“La comunidad del Boro tiene necesidades que no pueden esperar. Y nuestros funcionarios quisieron estar presentes”.

Los niños: protagonistas de cada sábado

Mientras se compartían palabras y agradecimientos, pequeños comenzaron a llegar. Algunos con juguetes en la mano, otros con las manos vacías pero con los ojos llenos de expectativa. Se sientan, conversan entre ellos, ríen, juegan. Para muchos, este espacio es uno de los pocos entornos seguros del barrio.

La escena que cerró la jornada fue simple, pero poderosa: niños esperando el almuerzo, funcionarios conversando con ellos, Patricia Castillo supervisando cada detalle… y el comedor lleno de vida.

Un cierre que abre una historia más grande

No fue solo una entrega de cajas. Fue un reconocimiento, un apoyo, un respiro para un comedor que lleva más de dos décadas sosteniendo la infancia invisible de Alto Hospicio.
Fue también una demostración de que, incluso en tiempos difíciles, hay personas e instituciones dispuestas a extender la mano donde más se necesita.

El comedor “Sabores de Amor” sigue en pie. Y hoy, gracias a este gesto, un poco más fuerte.

Belén Pavez G., Periodista y Locutora. Licenciada en Comunicación Social. Productora general y Directora de prensa en Vilas Radio. Música y Cat lover.

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