MARTÍN VIZCARRA: LA CAÍDA FINAL DEL PRESIDENTE QUE QUISO ENFRENTAR A LA “MAFIA” Y TERMINÓ TRAS LAS REJAS

El expresidente peruano Martín Vizcarra fue condenado a 14 años de prisión efectiva, tras ser declarado culpable de recibir sobornos por más de S/ 2,3 millones durante su gestión como gobernador de Moquegua. El fallo —ejecutado de inmediato— incluye 9 años de inhabilitación pública y una multa de S/ 94.900, consolidando uno de los casos de corrupción más simbólicos de la política latinoamericana reciente.
A las 9:17 de la mañana, cuando el sol apenas rozaba los muros grises del Centro de Justicia, Martín Vizcarra respiró hondo, se acomodó la corbata azul y se sentó frente al tribunal como quien enfrenta un espejo que ya no miente. Un gesto mínimo, pero suficiente, para entender que el expresidente de Perú —sí, aquel que prometió limpiar la política, aquel que se enfrentó al Congreso y juró combatir la corrupción— estaba a segundos de escuchar la sentencia que marcaría para siempre su nombre en la historia judicial latinoamericana.
Afuera, la calle hervía. Cámaras, micrófonos, gritos cruzados. Adentro, la voz firme de la jueza Fernanda Ayasta comenzó a narrar, punto por punto, la trama que lo arrastraría al abismo: sobornos, acuerdos ocultos, millones en efectivo y decisiones de Estado convertidas en mercancía.
Minutos después, el golpe cayó: 14 años de prisión efectiva, ejecución inmediata, 9 años de inhabilitación pública y una multa de 94.900 soles.
Así terminaba el legado del hombre que gobernó Perú entre 2018 y 2020.
Así empezaba su vida tras las rejas.
El origen del derrumbe: Moquegua, el laboratorio del poder
Antes de ser presidente, Vizcarra fue gobernador regional de Moquegua. Y fue ahí —según la Fiscalía, según el tribunal, según la sentencia— donde tejió las primeras costuras de la corrupción que ahora lo condena.
La jueza Ayasta lo declaró plenamente culpable de haber recibido sobornos por dos emblemáticas obras regionales:
- Proyecto Lomas de Ilo (2013):
Según la sentencia, Vizcarra propuso y recibió una coima de 1 millón de soles (≈ 277 millones de pesos chilenos) de la empresa Obrainsa, a cambio de adjudicar el millonario proyecto de irrigación agrícola. - Mejoramiento del Hospital de Moquegua:
También se acreditó que recibió más de 1,3 millones de soles (≈ 360 millones de pesos chilenos) de la empresa ICCGSA, en pagos entregados directamente en efectivo.
En total: S/ 2,3 millones.
El mismo monto que, para la Fiscalía, marcó el inicio del ascenso político del hombre que años después intentaría presentarse como símbolo anticorrupción.
Un juicio con final inevitable
La lectura del fallo, extensa y quirúrgica, fue demolición pura. El tribunal detalló pruebas, declaraciones, reuniones, llamadas y un dato crucial: la solicitud del 2% del valor del proyecto Lomas de Ilo, monto calculado sobre 80,9 millones de soles, confirmado por el testigo clave Elard Tejeda.
La sentencia final fue la suma de dos penas:
- 6 años por Lomas de Ilo
- 8 años por el Hospital de Moquegua
Total: 14 años, un año menos que los 15 solicitados por Fiscalía, que aun así celebró la decisión y advirtió que la apelación podría incluso agravarla.
El tribunal definió, además, que la pena debía ejecutarse de inmediato por la gravedad, la jerarquía del cargo que Vizcarra ostentó y el riesgo procesal.
De inmediato, la pregunta surgió sola: ¿A qué penal irá el expresidente?
Todo apunta al Penal Barbadillo, donde ya cumplió reclusión preventiva meses atrás.
Vizcarra rompe el silencio: “No es justicia, es venganza”
Mientras la jueza seguía leyendo párrafos que parecían escritos para sellar una tragedia política, Vizcarra escribió en X (Twitter) un mensaje que encendió aún más el escenario internacional:
“Me han sentenciado por enfrentar al pacto mafioso. No es justicia, es venganza. Pero no me van a doblegar. La respuesta está en las urnas. Mi hermano Mario Vizcarra continuará esta lucha por ustedes. El Perú es primero y nadie podrá silenciarlo.”
Un mensaje político.
Un mensaje desafiante.
Un mensaje que ya polariza a Perú y reverbera hacia toda la región.
El futuro inmediato: cárcel, apelaciones y una guerra abierta
Apenas terminada la audiencia, Vizcarra fue retirado de la sala mientras su abogado, Erwin Siccha, anunciaba una apelación inmediata. El fiscal Germán Juárez Atoche, pieza clave del equipo Lava Jato, respondió con un aviso: la segunda instancia podría aumentar la pena.
Mientras tanto, expertos como el penalista Carlos Caro aseguran que el caso tenía “abundancia de pruebas”, lo que hacía difícil un resultado distinto al conocido hoy.
Perú, una vez más, escribe otro capítulo de su interminable secuencia de presidentes caídos por corrupción.
En una década, casi todos han sido investigados, procesados o encarcelados.
Y Vizcarra, el presidente que prometió ser distinto, terminó igual que los demás.
La crónica de un país cansado
A esta hora, el expresidente de 62 años enfrenta la noche más larga de su vida: una noche en prisión, una condena que golpea a su familia, a su partido y a la ya frágil confianza política del Perú.
Pero también enfrenta otra realidad: la de un país dividido entre quienes lo ven como víctima de una persecución y quienes celebran que, por fin, el peso de la justicia alcance a los poderosos.
La historia no termina hoy.
La apelación está en camino.
La política peruana, otra vez, arde.
Por ahora, lo cierto es que Martín Vizcarra duerme tras las rejas, condenado por corrupción, en uno de los fallos más contundentes y simbólicos de los últimos años en América Latina.







