“LOS CHILENOS NOS ESTÁN TIRANDO LOS PROBLEMAS”: CHIABRA DETONA UNA CRISIS DIPLOMÁTICA MIENTRAS LA FRONTERA ARDE
En medio del aumento de migrantes varados en la frontera, Chiabra sostuvo que Chile “está tirando sus problemas” al Perú, respaldó la presencia de las Fuerzas Armadas en la vigilancia del límite y planteó trasladar a los extranjeros hacia Ecuador mediante un corredor humanitario financiado por Chile.
En el desierto que separa Tacna de Arica, donde el viento levanta polvo y preguntas sin respuesta, el drama migratorio que comparten Chile y Perú ya dejó de ser una estadística. Ahora es un asunto político de alta temperatura y, sobre todo, un disparo directo a la mesa diplomática.
Y el hombre que tiró la cerilla tiene nombre: Roberto Chiabra, congresista peruano, general retirado y precandidato presidencial, quien afirmó sin rodeos que “los chilenos nos están tirando los problemas a nosotros”.
La frase cayó como un puñetazo, rebotó en radios, noticieros y redes sociales, y volvió a instalar un viejo fantasma: la tensión bilateral por la frontera. Pero esta vez el escenario es distinto: migrantes varados, discursos presidenciales en campaña y un clima sudamericano donde cada gobierno intenta sacudirse la crisis descargándola en el vecino.
Una acusación que incendia un problema ya encendido
Chiabra no habló desde la calma institucional. Lo hizo desde la arena política, como aspirante a la presidencia por la alianza de centroderecha Unidad Nacional, y en plena competencia interna.
Su diagnóstico fue directo, áspero y sin matices: Chile estaría trasladando su presión migratoria hacia Perú, empujando a cientos de extranjeros —en su mayoría venezolanos— hacia la línea limítrofe, donde sobreviven en carpas improvisadas, sin documentos y sin claridad sobre su futuro.
“Estamos recibiendo el impacto de un problema que no generamos”, dijo.
Y luego lanzó una segunda acusación que golpeó a su propio país: “Recién estamos reaccionando”.
Según él, si la inteligencia peruana hubiera leído el clima político chileno —incluido el debate presidencial donde José Antonio Kast prometió expulsiones masivas—, la frontera habría sido reforzada hace varios meses.
Fuerzas Armadas en la frontera: la postura que Chiabra defiende como mantra
Para Chiabra, la ecuación es simple: vigilancia militar + control policial = frontera segura.
El precandidato insiste en que la Policía no tiene capacidad para contener el flujo en la línea tacneña, y que desde hace años viene advirtiendo que los militares deben asumir el rol de vigilancia total.
La tardanza en desplegarlos —según él— es parte del problema.
“Tenemos que mirar más allá de la frontera. Recién estamos reaccionando”, repitió con frustración en RPP.
El corredor humanitario que propone… con buses chilenos
Uno de los elementos más polémicos de sus declaraciones fue su idea de un corredor humanitario que atraviese Perú de sur a norte. Pero el modelo que propone tiene una condición clave: Chile debe poner los buses.
El plan sería este:
- Chile proporciona el transporte para sacar a los migrantes desde su territorio.
- Perú escolta los buses con fuerzas militares hasta la frontera con Ecuador.
- Ecuador recibe a los pasajeros para que sigan rumbo a Colombia o a su país de origen.
La frase que acompañó la propuesta resonó en toda Sudamérica:
“Estamos en una América invertebrada donde cada uno soluciona su problema”.
Un diagnóstico crudo que retrata una región donde la integración existe en discursos, pero no en crisis.
Tacna, el termómetro económico del conflicto
El parlamentario advirtió que la presencia masiva de migrantes no solo genera tensiones humanitarias: también golpea la economía local.
En Tacna, ciudad dependiente del comercio y el turismo, el efecto ya sería visible, según él:
menos visitantes, menos consumo, más preocupación.
Lo que comenzó como un tema migratorio, afirma, ya desembocó en un impacto directo al bolsillo tacneño.
Analistas en Perú hablan de “ping–pong diplomático”
La discusión no quedó en el Congreso.
Académicos como José Alejandro Godoy aseguran que la relación entre Chile y Perú frente al flujo migratorio se ha transformado en un intercambio de culpas, donde ambos países empujan el problema al otro lado de la frontera.
Godoy es categórico:
- Sin coordinación binacional, no hay solución real.
- Reforzar fronteras sin acuerdos solo crea cuellos de botella humanos.
- Las rutas improvisadas terminan agravando la emergencia.
Para él, la crisis se ha convertido en un juego diplomático donde nadie quiere asumir costos y todos intentan evitar el desgaste político.
El factor Kast: cuando la campaña presidencial en Chile rebotó en el lado peruano
Otro elemento que detonó esta crisis fue la advertencia del candidato chileno José Antonio Kast, quien prometió que, de llegar a La Moneda, expulsaría a todo extranjero en situación irregular.
Su frase —“Si usted no se va voluntariamente, lo vamos a detener, lo vamos a expulsar y se va a ir con lo puesto”— generó un efecto inmediato: migrantes que ya estaban en el norte chileno comenzaron a movilizarse hacia la frontera, temiendo detenciones o expulsiones exprés.
Para Chiabra, ese fue el catalizador que Perú debió prever… y no lo hizo.
Un continente sin plan y dos países atrapados en la misma frontera
Mientras los migrantes resisten el desierto, mientras los precandidatos endurecen discursos y mientras los gobiernos intentan administrar un problema que ya se desbordó, la frontera Tacna–Arica se convierte en un símbolo incómodo de la región: ningún país quiere cargar con el costo, pero todos sufren las consecuencias.
Chiabra lo resume con brutalidad.
Analistas lo contextualizan.
Los migrantes lo viven minuto a minuto.
Lo único claro es que el conflicto ya no es solo un asunto migratorio:
es político, económico, diplomático y electoral.
Y si la región no deja de jugar al “pásate el problema”, la crisis no hará más que crecer en el mismo desierto donde hoy se acumulan carpas, fronteras selladas y discursos encendidos.
