
La madrugada de este martes, en la tranquila comuna de Curacaví, Región Metropolitana, la delincuencia mostró su rostro más brutal. Michael Peñaloza Chávez, ingeniero de 44 años, fue asesinado en su propia parcela del sector Los Hornitos luego de enfrentarse a un grupo de delincuentes que, según su familia, serían los mismos que una semana antes ya lo habían asaltado en el mismo lugar.
El crimen ha causado conmoción en la zona, no sólo por la violencia con que actuaron los antisociales, sino también por la sensación de abandono que transmiten los vecinos: pese a las denuncias previas, el delito se repitió con desenlace fatal.
Un asalto que terminó en tragedia
Todo comenzó alrededor de las 03:00 de la madrugada de este martes 19 de agosto, cuando un grupo de tres sujetos armados llegó hasta la parcela donde vivía Peñaloza. Las alarmas del domicilio se activaron y Carabineros acudió al lugar. Al no constatar ilícitos, los funcionarios se retiraron.
Sin embargo, dos horas más tarde los delincuentes regresaron. Esta vez lograron ingresar al terreno y forzar la huida de la víctima, que intentó resistirse al robo de su camioneta. Fue en ese momento cuando los antisociales lo atropellaron con el mismo vehículo que pretendían sustraer, dejándolo malherido y concretando la fuga tras derribar el portón de acceso a la parcela.
Los familiares de Peñaloza relataron con impotencia que todo estaba anunciado. Días antes, los ladrones habían entrado a la misma propiedad y se habían llevado televisores, dinero y —lo más decisivo— las llaves de la camioneta. “Yo creo que fueron los mismos que volvieron”, dijo el padre de la víctima.
El testimonio familiar: “Vinieron una vez, y volvieron para matarlo”
Los parientes de Michael Peñaloza entregaron un testimonio desgarrador. Su primo advirtió que el hombre fue víctima de tres episodios delictuales en menos de una semana.
“El jueves vinieron, se llevaron cosas y la copia de la llave. Él hizo la denuncia respectiva, incluso cambió la chapa y puso cámaras. Carabineros vino cuando sonó la alarma, pero se fueron y los delincuentes volvieron. Esto era un condominio supuestamente seguro, pero ellos igual entraron”, relató.
La familia asegura que la víctima residía sola en la parcela, pese a tener hijos, y que los ladrones conocían de antemano la vulnerabilidad de la vivienda.
La reacción del municipio: “Estamos completamente vulnerables”
El alcalde de Curacaví, Christian Hernández, llegó hasta el sitio del suceso y expresó la preocupación de la comunidad. “Curacaví se caracteriza por ser una zona tranquila, sin embargo, no estamos exentos de eventos. Este crimen nos golpea porque refleja lo vulnerables que somos. Tenemos un territorio enorme y los recursos de seguridad no alcanzan”, declaró.
Vecinos del sector respaldaron la crítica, señalando que la seguridad depende solo de ellos mismos y que los patrullajes policiales resultan insuficientes para cubrir los extensos sectores rurales de la comuna.
Una vida truncada
Michael Peñaloza tenía 44 años, era ingeniero y llevaba más de una década viviendo en Curacaví. Aunque tenía hijos, residía solo en la parcela del sector Los Hornitos, donde desarrollaba parte de su vida familiar y laboral.
Su muerte ha generado un impacto profundo en la comuna y reaviva el debate sobre la capacidad del Estado para enfrentar la delincuencia en sectores periurbanos y rurales, donde las bandas actúan con mayor facilidad ante la falta de presencia policial.
El crimen de Peñaloza refleja un patrón inquietante: la escalada de violencia en los robos a domicilios y la capacidad de los delincuentes para regresar al mismo lugar con total impunidad. En este caso, la historia parece una crónica anunciada: tras el primer asalto y pese a las denuncias, los delincuentes volvieron, cumplieron su objetivo y asesinaron al dueño de casa.
En Curacaví, una comuna históricamente tranquila, la sensación es unánime: la seguridad se resquebrajó y la vulnerabilidad quedó expuesta.