
En su primera aparición pública y antes incluso de presentar credenciales, el nuevo embajador de Estados Unidos en Chile lanzó una advertencia directa al Presidente Boric, acusándolo de dañar la relación bilateral y frenar inversiones, seguridad y cooperación estratégica entre ambos países.
Por momentos parecía una presentación cordial, de esas que llenan titulares con frases correctas y fotos de ocasión. Pero no. La primera aparición pública del nuevo embajador de Estados Unidos en Chile —Brandon Judd, exagente fronterizo, misionero en los años 90 y hombre de absoluta lealtad a la administración Trump— se transformó en un terremoto diplomático que dejó más preguntas que apretones de manos.
El recién llegado, aún sin entregar sus cartas credenciales en La Moneda, decidió debutar a lo grande: con un mensaje frontal, casi a quemarropa, dirigido al Presidente Gabriel Boric. Y en el centro del disparo, un diagnóstico brutal: las críticas del mandatario chileno al expresidente Donald Trump no solo tensan la relación bilateral; “dañan al pueblo chileno”.
Así, sin anestesia.
Un embajador que vuelve a “su” Chile… y golpea la mesa
Judd llegó a Santiago hace apenas dos semanas, tras pedir —según él mismo contó— ser designado precisamente aquí, en el país donde vivió como misionero tres décadas atrás. Su historia personal, que incluye seis hijos, dos de ellos adoptados, y una vida discretísima lejos de redes sociales, parecía augurar un aterrizaje amable.
Pero el exjefe de la Patrulla Fronteriza decidió no perder tiempo: habló de economía, de seguridad, de litio, de China, de burocracia chilena… y de Boric.
Sobre todo, de Boric.
“Fue desilusionante escuchar al Presidente criticar al gobierno de Estados Unidos en materia ambiental”, declaró ante la prensa, en un tono que fue subiendo grado a grado. “Cuando un jefe de Estado lanza ese tipo de declaraciones, no hiere a una administración… hiere a los chilenos”.
La frase cayó como una piedra en un estanque.
Porque Judd no se quedó ahí: aseguró que esos comentarios “dificultan las negociaciones que están en curso”, “espantan negocios estadounidenses que quieren instalarse en Chile” y “entorpecen la llegada de inversión, empleo y oportunidades”.
Era el mensaje más duro lanzado por un embajador estadounidense en años.
Y ocurría en su primer día frente a los micrófonos.
Tres ejes, un mismo conflicto: economía, seguridad y política
Mientras hablaba, el cuadro completo comenzaba a tomar forma: Judd no venía a ser un diplomático de bajo perfil. Venía a ejercer presión.
1. Economía y permisos
El embajador apuntó directamente a la “permisología”, calificándola como “uno de los grandes frenos del desarrollo”. Mencionó a EnergyX —una empresa interesada en el litio chileno— asegurando que “pueden crear miles de empleos ahora mismo”, pero que los permisos “lo vuelven imposible”.
Un mensaje claro al gobierno chileno.
2. Seguridad y crimen organizado
Casi con la misma fuerza, Judd abordó el crimen transnacional:
“Lo que ocurre en Chile afecta también a Estados Unidos”, afirmó.
Se ofreció a reforzar Carabineros, PDI y las Fuerzas Armadas.
Marcó territorio: Washington quiere un rol más decisivo en la seguridad chilena.
3. Tensiones políticas y Trump
Y ahí volvió la polémica:
Según Judd, Boric escogió al enemigo equivocado.
“No critica a países que realmente generan daño ambiental”, insistió.
Criticar a Trump —en plena COP30, ante el mundo— fue, en su opinión, “la puntada que corta la tela de la relación bilateral”.
China entra al tablero: el cable submarino que inquieta a Washington
Como si la tensión no fuera suficiente, el embajador avanzó hacia otro frente:
el proyecto de cable submarino Chile–China.
Judd fue categórico:
“Cualquier dato que viaje por ese cable debe estar disponible para el gobierno chino”.
¿Advertencia? ¿Advertencia velada? ¿Advertencia diplomática?
Como sea, el mensaje quedó flotando: Estados Unidos no quiere perder espacio en el Pacífico Sur. Y lo dice sin rodeos.
La Moneda en silencio… y un embajador sin credenciales
Un dato inquietante rodeó todo el encuentro: el gobierno chileno aún no llama al embajador para entregar sus credenciales.
Es decir: Judd aún no es, formalmente, embajador ante el Estado de Chile.
Pero ya comenzó a marcar la agenda.
Habló de Boric.
Habló de Trump.
Habló de China.
Habló de inversión.
Y habló de crimen organizado.
Habló de todo.
La pregunta final: ¿diplomacia o advertencia?
Brandon Judd se presentó ante el país no como un emisario nuevo, sino como un actor político con un guion claro: Estados Unidos quiere recuperar terreno en Chile… y el camino será directo, incluso áspero.
Mientras Boric prepara el escenario político para un nuevo ciclo presidencial entre José Antonio Kast y Jeannette Jara, el nuevo embajador ya definió su propio eje:
“Trabajaré con quien gane”, dijo.
Pero dejó una advertencia latente:
Estados Unidos observará —y presionará— de cerca.
La relación bilateral comienza un capítulo nuevo.
Y Judd lo abrió con un golpe sobre la mesa.







