
Una jueza suplente del Juzgado de Garantía de Arica dejó en libertad a un imputado por femicidio frustrado y ligado a la banda criminal “Los Pulpos”, pese a existir una orden de detención vigente, luego de que su abogado no llegara a la audiencia. El acusado, condenado en agosto por extorsión y grabaciones ilícitas, había intentado estrangular a su exesposa en octubre y estaba prófugo. La magistrada no realizó el control de detención obligatorio y reprogramó la audiencia para enero, generando críticas por una grave falla procesal revelada por El Mostrador.
La escena parece extraída de un thriller judicial absurdo, de esos en que el detalle más mínimo desata un desastre monumental, pero no es ficción. Ocurrió en Arica, en una sala iluminada por tubos fluorescentes, ante funcionarios que miraban relojes, carpetas que no llegaban y una jueza suplente obligada a improvisar. El protagonista: O.G.T.R., 33 años, condenado por extorsión, ligado a la banda criminal “Los Pulpos”, buscado por femicidio frustrado… y liberado porque su abogado simplemente no llegó.
Según reveló El Mostrador, el imputado se presentó voluntariamente al tribunal, confiado en que su defensa corría tras él. No fue así. Y lo que vino después dejó atónitos a fiscales, abogados y ciudadanos que aún hojean la noticia para ver si leyeron bien.
Un historial que pesa como plomo
Para entender el escándalo, hay que retroceder unos meses. En agosto, O.G.T.R. fue condenado a 4 años, 9 meses y 21 días por extorsión, además de 61 días por grabación en recinto privado sin autorización. Había reconocido que formaba parte de una red que enviaba mensajes intimidatorios a empresas del valle de Azapa, replicando el método de “Los Pulpos”.
Los WhatsApp —enviados desde números peruanos y chilenos— eran una mezcla de amenaza y espectáculo macabro:
- “Aunque pongan 10 guardias no van a estar tranquilos… somos una banda organizada”.
- “Cada vez estamos más cerca… la próxima será para matarle”, acompañado de la imagen de una granada.
Pese a la gravedad, el imputado obtuvo libertad vigilada especial. Legal, sí. Polémico, también.
El día en que todo se volvió peor
El 13 de octubre, la historia dio un giro oscuro. De acuerdo al relato recogido por El Mostrador, el imputado entró encapuchado al departamento de su exesposa mientras ella dormía. La estranguló, le dijo que no merecía vivir y todo ocurrió con sus hijos en piezas contiguas.
Ella logró escapar. Él huyó con un cuchillo.
La orden de detención se emitió de inmediato y la búsqueda se extendió incluso hacia Bolivia. Arica contenía la respiración: un condenado, un extorsionador, un agresor prófugo.
Hasta que el martes pasado decidió presentarse voluntariamente.
La audiencia que duró 46 segundos
Ahí comienza la parte de la historia que desató la indignación. El imputado llegó a las 13:00 horas diciendo que su abogado venía “en camino”. Minutos pasaron. Luego más minutos. El defensor nunca apareció.
La jueza suplente, enfrentada a la falta de antecedentes presentados por Fiscalía y sin la presencia del abogado, tomó una decisión que sorprendió a todo el sistema: inició la audiencia igual.
Y en menos de un minuto, el imputado quedó en libertad, notificado para una nueva audiencia recién el 29 de enero del próximo año.
Transcripción parcial (publicada por El Mostrador):
—“Entiendo que tiene una orden de detención pendiente, pero no contamos con los antecedentes… Lo voy a dejar notificado de una nueva fecha”.
—“Ya”, respondió el imputado.
Y así, en 46 segundos, un buscado por femicidio frustrado, violación de morada y una condena previa, salió del tribunal caminando tranquilamente.
¿Error, vacío o negligencia?
Un funcionario del Poder Judicial, consultado por El Mostrador, lo sintetizó sin rodeos:
“Con una orden de aprehensión vigente, lo mínimo era controlar la detención”.
Y añadió que, si el abogado privado no llega, el tribunal puede —y suele— solicitar un defensor público. Nada de eso ocurrió.
La fiscal presente dijo que no contaba con los antecedentes para formalizar. La audiencia terminó. Y el imputado salió agradeciendo.
Una justicia que tambalea
La ciudadanía reaccionó con rabia. ¿Cómo una ausencia —una simple ausencia— puede desarmar todo un proceso penal? ¿Cómo un acusado de delitos gravísimos queda libre porque un abogado no marcó asistencia?
El caso se convirtió en símbolo de un sistema que, en ocasiones, parece caminar con los cordones desatados.
La víctima, por su parte, vive con resguardo. Sus hijos también. Y Arica vuelve a dormir con la sensación de que el peligro no siempre está en las sombras… sino en los errores humanos.







