Hace 29 años atrás, Iquique sufriría una de las tragedias mas impactantes que se recuerden en los últimos tiempos y que hasta el día de hoy permanece en la memoria de miles de iquiqueños.
Un 25 de enero de 1986, en la Fábrica de Armamentos Cardoen, cuya planta se encontraba en Alto Hospicio, se produjo una gran explosión alrededor de las 10:30 de la mañana, dejando como saldo 29 personas fallecidas y 10 heridas.
La planta, perteneciente el empresario Carlos Cardoen, se dedicaba a la fabricación de bombas de racimo, las que eran exportadas a Irak, cuando este país estaba en pleno conflicto bélico con Irán.
El estruendo de la explosión fue de tal magnitud que se pudo sentir en todo Iquique, y el hongo de humo que se generó, se pudo apreciar en todos los sectores de la ciudad.
El proceso para la identificación de las víctimas de esa tragedia fue muy complejo debido a que los cuerpos quedaron desintegrados e irreconocibles, producto de la dantesca explosión.
La ciudad de Iquique se volcó en masa hacia el Cementerio N°3 para acompañar a las víctimas en sus funerales, comunidad que estuvo profundamente impactada por la magnitud de esta tragedia.
Carlos Cardoen, dueño de la planta siniestrada, cumplió con algunos compromisos, como seguir con el pago de los sueldos de los trabajadores fallecidos y costeó los gastos de los funerales de las víctimas.
Finalmente, la investigación de la tragedia se cerró rápidamente, y de acuerdo con una publicación del medio Edición Cero del año 2019, se concluyó que no había antecedentes para configurar un delito o cuasidelito, debido a que fue un hecho casual con consecuencias desastrosas.
Recorte de periódico de la época
