Previo a culminar la jornada de miércoles, el arzobispado de Santiago entregó un comunicado señalando que tanto la persona fallecida encontrada en una bolsa en la vía pública de Ñuñoa, como la única imputada por el particular hallazgo, no son religiosas o pertenecientes a una congregación ligada a la Iglesia Católica.
La aclaración de la institución eclesial se dio tras el hallazgo de los restos humanos en la calle, al cual correspondían a una monja que luego se dijo que era una persona laica pero integrante de una comunidad religiosa.
En base a ello, el arzobispado aseguró que “La mujer adulta mayor que habita su domicilio particular en Ñuñoa, no es religiosa, ni pertenece a un instituto de vida consagrada a la Iglesia Católica. Su hija sí es religiosa y vino desde Italia hace poco tiempo para cuidarla”.
“En relación a la mujer fallecida, no tenemos registro de que sea religiosa, ni consagrada de esta Arquidiócesis”, agregó el arzobispado.
También, el escrito apunta a que “la Iglesia exhorta vivamente a la inhumación de los restos mortales, en la fe de la resurrección y por la dignidad humana dada por el Creador, respetando la legislación y normativa de cada Estado donde ella se encuentre”.
Por último, pidieron “por el eterno descanso de quien ha sido encontrada y que su deceso nos remezca como sociedad para ir creciendo juntos en amor y humanidad”.
DECLARACIONES A FISCALÍA
Cabe destacar que la propia mujer imputada por el hecho, Lorenza Patricia Ramírez Barrera, habría asegurado a la Fiscalía que mantuvo el cuerpo de su amiga, Erica Alejandra Fernández Mora, por un pacto.
Es así que, por un año, el cuerpo de Erica estuvo escondido en una maleta. Todo como consecuencia de un pacto “para aislarse del mundo”.
No obstante, su plan culminó en medio de un instante de lucidez: “en algún momento de consciencia ella denota que su amiga está en una maleta y quiere darle una sepultura digna”, revelaron los investigadores.