Senapred activó mensajes SAE para varias localidades tras el avance explosivo del incendio Quilamuta, que ya ha afectado viviendas y mantiene alerta roja. El viento, la vegetación seca y la topografía aceleraron el siniestro, mientras brigadas, maquinaria pesada y aeronaves trabajan para contenerlo.
“Hay que evacuar y no esperar hasta el último momento”. La frase cayó como una sentencia en medio del humo y el viento que oscureció la mañana en San Pedro de Melipilla. No fue una recomendación diplomática ni un protocolo leído en voz neutra: fue un llamado desesperado del director metropolitano de Senapred, Miguel Muñoz, mientras las llamas se desplazaban con velocidad brutal hacia sectores habitados. Vecinos que miraban el horizonte con la falsa sensación de seguridad fueron advertidos: si esperan, el incendio los alcanza, y cuando está encima, es demasiado tarde.
Lo que comenzó como un foco controlable terminó mutando en un monstruo desatado. El incendio Quilamuta —bautizado así por su propio terreno— atravesó cerros y quebradas como si los cortafuegos fueran líneas dibujadas en arena. Las ráfagas de viento de 40 a 50 km/h actuaron como un soplador encendido sobre una parrilla gigante: la pavesa voló kilómetros, saltó carreteras y reactivó focos dormidos con una precisión que parecía estratégica. La topografía fue cómplice; la vegetación seca, el combustible perfecto.
De pronto, aquello que al mediodía eran 450 hectáreas se convirtió en 1.000, y luego en 1.800, con picos tan abruptos que incluso los expertos debieron recalcular mapas y riesgos en tiempo real.
Evacuación a contrarreloj y ciudadanos que no creen hasta ver el fuego sobre sus cabezas
Senapred activó mensajes SAE para Lo Encañado, Cabimbao, Quilamuta, Quincanque, Las Pataguas y Lingo Lingo. Algunos obedecieron; otros dudaron. Como suele ocurrir, hubo quienes esperaron a ver el brillo anaranjado detrás del cerro para aceptar que no era un simulacro.
Y allí radica el drama central que Muñoz no maquilló:
evacuar tarde no solo arriesga la vida de las familias, sino también de quienes deben volver por ellos.
La batalla: 58 carros, nueve aeronaves y un enemigo en movimiento
El despliegue parece cinematográfico:
- 58 carros de Bomberos
- 250 voluntarios
- brigadas Conaf
- tres aviones cisterna
- un avión tanquero
- cuatro helicópteros
- motoniveladoras
- camiones aljibe
Pero el enemigo es dinámico y veloz. Según Conaf, hubo momentos donde el fuego avanzó 100 metros por minuto, cifra que ningún humano puede enfrentar a pie.
Casas, bodegas y humo sobre Santiago
Hasta ahora, cinco viviendas resultaron dañadas, junto a bodegas y estructuras ligeras.
No hay lesionados.
Pero el impacto va más allá del fuego visible:
- la Región Metropolitana amaneció cubierta de humo,
- el aire se volvió irrespirable en comunas del poniente,
- Minsal debió emitir alertas sanitarias,
- niños, adultos mayores y asmáticos son los más afectados.
La ciencia del fuego: cuando el cortafuego no basta
La explicación es dura y fría:
- la pavesa puede viajar hasta 10 kilómetros
- cortafuegos pueden ser inútiles
- la vegetación seca actúa como mecha
- el viento crea “picos” de propagación
No fue falta de maquinaria: Fue meteorología + topografía + combustible.
Testimonios que quiebran la lógica
“Pensamos que no iba a llegar tan rápido”, dijo Verónica, quien perdió su casa.
“No le tomamos asunto”.
El factor humano: negación → confianza → sorpresa → miedo → evacuación tardía.
¿El escenario?
— alerta roja activa
— fuego en combate
— proyecciones poco alentadoras
— equipos trabajando sin descanso
Y un mensaje subrayado con urgencia:
si llega un SAE, evacúe.
No mire.
No espere.
No calcule.
Porque el incendio, esta vez, ya demostró que los minutos importan.
