
Con la participación del Premio Nacional José Maza y académicos de la UNAP y UTA, más de 500 estudiantes asistieron a la Cumbre de la Ciencia Tarapacá 2025, un encuentro impulsado por la Seremi de Ciencia, Explora y entidades regionales para fortalecer la educación científica en el territorio. La instancia combinó divulgación nacional con investigación local, acercando temas astronómicos y físicos a las comunidades escolares.
El renovado Teatro Municipal de Iquique amaneció distinto. No había telones listos para la ópera ni focos apuntando a un elenco; lo que brillaba eran las miradas inquietas de más de 500 estudiantes que llenaron cada butaca para vivir la Cumbre de la Ciencia Tarapacá 2025, un encuentro que transformó el histórico recinto en un laboratorio vivo, ruidoso, emocionante y profundamente tarapaqueño.
Detrás del evento, se articuló una alianza amplia y contundente: la Seremi de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, el Programa Explora, la Seremi de Educación, la Ilustre Municipalidad de Iquique, el Departamento de Cultura, Cormudespa y la Comisión de Educación del Gobierno Regional.
Todos convergieron en un mismo objetivo: llevar la ciencia al centro de la experiencia educativa, no como teoría distante, sino como un espacio real donde niños, niñas y jóvenes pueden tocar el conocimiento con las manos.

El fenómeno Maza: cuando la luna cabe en un teatro
Y en medio de ese bullicio curioso apareció él: el astrónomo, el divulgador, el Premio Nacional,
el Dr. José Maza, convertido en una especie de estrella pop científica.
No necesitó hologramas ni efectos especiales. Bastó su charla “La Luna” para que el teatro completo quedara suspendido en un silencio expectante, rompiéndose solo cuando las risas y el asombro impulsaban aplausos espontáneos.
Maza habló del origen del satélite natural, de sus sombras, de su historia, pero también de lo que hay detrás de mirar el cielo: “La ciencia no es para unos pocos”, recordó, abriendo una conversación que terminó con una lluvia de preguntas de adolescentes que, por un instante, parecieron ver su futuro en órbitas lejanas.
La ciencia local se hace escuchar: tres doctores, tres miradas
La Cumbre no se quedó solo en la voz del divulgador más influyente del país. También fue escenario para el talento científico formado y desarrollado en Tarapacá, un valor que la región está aprendiendo a mirar con orgullo:
🔹 Dr. Pablo González – Universidad de Tarapacá
Habló sobre arqueoastronomía, ese puente entre el cielo y la tierra nortina. Explicó cómo los pueblos prehispánicos leían las estrellas y cómo entender ese conocimiento permite reconectar con la identidad cultural del territorio.
🔹 Dr. Patricio Salgado – Universidad Arturo Prat
Llenó el teatro de reflexión política y social. Recordó que la ciencia no solo resuelve ecuaciones: también define el rumbo de un país. “Sin ciencia no hay progreso”, sostuvo, subrayando que invertir en conocimiento es una acción estratégica que reduce brechas y amplía oportunidades.
🔹 Dr. José Díaz – Universidad Arturo Prat
Tomó la física teórica y la desplegó como si fuera una novela cósmica. Habló de colapsos estelares, del tejido del espacio-tiempo y de los límites del universo, demostrando que incluso los fenómenos más extremos pueden explicarse con claridad cuando se comunican con pasión.
Un hito para Tarapacá: la región que quiere aprender mirando hacia arriba
El Seremi de Ciencia de Tarapacá, Ronald Yavar, fue categórico al cierre de la jornada:
“Este encuentro confirma el enorme potencial científico que existe en Tarapacá y el interés real de nuestros jóvenes”.
Y tenía razón: la energía de la Cumbre no fue la de un evento aislado, sino la de un proceso en marcha que busca construir vocaciones, democratizar el conocimiento y vincular la ciencia con la vida cotidiana del territorio.
La edición 2025 de la Cumbre dejó una idea clara: en Tarapacá, la ciencia no se está enseñando solo en las aulas. Ahora se vive en teatros, en conversaciones, en diálogos con investigadores, en imaginarios de estudiantes que descubren que entender el mundo también puede ser un acto apasionante.
La región encendió una chispa.
Y si algo quedó demostrado, es que hay cientos de jóvenes dispuestos a convertirla en fuego.







