Aunque la obra no está concluida, el CMT afina los detalles finales del mejoramiento de la Ruta B-15-A, iniciativa del MOP y el Ejército que busca reducir el aislamiento de cerca de 300 habitantes del altiplano y asegurar un corredor seguro en una zona marcada por condiciones extremas de altura y clima.
En el altiplano —esa inmensidad roja y fría donde la respiración se vuelve un esfuerzo militar— un grupo de ingenieros uniformados lleva semanas ejecutando los pasos finales de un proyecto que no ha terminado todavía, pero que ya comienza a cambiar la geografía humana de la zona.
El Cuerpo Militar del Trabajo (CMT), a través de su Subjefatura Zonal “Arica”, continúa en pleno proceso de operaciones de cierre del proyecto Reposición y Mejoramiento de la Ruta B-15-A, en el tramo Ollagüe – Límite de la Región de Tarapacá. Todavía no está concluido: está en etapa de culminación, con equipos en terreno y labores que se ajustan a los últimos detalles de una obra que ha tomado años y que sigue avanzando sobre una geografía que no regala nada.
Aquí nada se cierra de un día para otro. Todo se negocia con la altura, el clima y la soledad.
Un proyecto que no ha terminado, pero ya muestra su poder transformador
La inversión —$6.251.000.000— sigue materializándose en mejoras que se encuentran en su recta final:
- Reposición de la carpeta de rodado
- Obras de saneamiento
- Seguridad vial
- Señalización
- Trabajos complementarios ligados a la conectividad logística y fronteriza
Cada uno de estos elementos está en revisión, ajuste y cierre operativo. La obra no está entregada: está siendo afinada por los equipos técnicos, militares y civiles que recorren los 33 kilómetros con la precisión de un relojero.
Este tramo conecta a Amincha, Puquios, Coska, Ujina y Yuma, pueblos que sienten el pulso del proyecto incluso antes de su finalización, porque la intervención se hizo manteniendo operativa la ruta durante toda su ejecución. Un desafío que obligó a trabajar bajo condiciones que cualquier manual de ingeniería calificaría de extremas.
Un convenio que sigue vigente desde 2018 y que se acerca a su fase final
El acuerdo entre el CMT y el Ministerio de Obras Públicas se firmó en noviembre de 2018, y las obras comenzaron formalmente en septiembre de 2020.
Cinco años después del inicio del convenio, y cuatro desde que comenzaron las faenas, el proyecto entra en su proceso de cierre, pero aún no está concluido. Los equipos siguen en terreno, ajustando lo que debe ajustarse y verificando que cada tramo cumpla los estándares comprometidos.
Es el tipo de obra que sólo se firma cuando deja de respirar polvo.
300 habitantes esperan el cierre definitivo… pero ya sienten el impacto
Aunque el proyecto aún no termina, los beneficios empiezan a notarse entre las comunidades altiplánicas. El objetivo es claro y sigue vigente:
- Reducir el aislamiento de unas 300 personas
- Asegurar una vía segura en un sector donde la altura es una amenaza constante
- Facilitar el tránsito hacia Bolivia
- Impulsar el desarrollo minero, turístico y logístico
- Y extender la vida útil de la infraestructura vial
No se trata solo de un camino: es un hilo que cose territorios que permanecieron desconectados durante décadas.
La voz desde el terreno: “Estamos contribuyendo al mejoramiento constante”
El Capitán Camilo Gallardo, comandante de la Compañía de Ingenieros de Construcciones N° 61 “Ollagüe”, lo resume con claridad, subrayando que el trabajo continúa:
“Estamos contribuyendo al mejoramiento constante de la Ruta B-15-A, buscando entregar una vía segura y moderna en una zona clave para la conectividad fronteriza. Esta mejora no sólo optimiza las condiciones de traslado, sino que también impulsa el desarrollo económico, logístico y social del territorio”.
Sus palabras llegan en un momento crucial: la obra necesita aún sus últimos ajustes, inspecciones y validaciones técnicas antes de cerrarse oficialmente.
Instituciones en sincronía para rematar una obra que sigue en marcha
La etapa de cierre involucra al Ejército de Chile, al Cuerpo Militar del Trabajo, al Ministerio de Obras Públicas, al Laboratorio Regional de Antofagasta, y a especialistas que operan en condiciones climáticas inclementes.
El desierto sigue imponiendo pruebas diarias: tormentas repentinas, heladas, variaciones extremas de temperatura. Nada está completamente listo hasta que el terreno lo autoriza.
El Ejército reafirma su misión: conectar donde nadie más llega
Con las operaciones de cierre avanzando, el Ejército continúa ejecutando una de sus áreas de misión más silenciosas pero decisivas: “Contribución al Desarrollo Nacional y Acción del Estado”.
En una zona donde la soledad parecía eterna, la presencia estatal —aún en proceso, aún en movimiento— se siente en cada máquina, cada señal nueva y cada tramo de rodado que los ingenieros revisan por última vez antes de dar el paso final.
La Ruta B-15-A no está terminada. Pero está más viva que nunca, respirando sus últimos ajustes antes de convertirse definitivamente en la columna vertebral del altiplano.


