
La Cámara Alta dio luz verde a un proyecto que obligará a transparentar cómo viven las gallinas que producen los huevos que llegan a los consumidores. Con 26 votos a favor, la medida regresa a la Comisión de Agricultura para definir estándares, controles y sanciones.
En el Senado, a veces los debates parecen ráfagas de viento que pasan sin que nadie note su peso,pero esta vez no. Ayer, cuando el reloj avanzaba con la parsimonia de un gallo recién despertando, la Sala vivió un episodio que —aunque parezca exagerado— podría alterar para siempre la forma en que los chilenos miran el desayuno.
Sí: los huevos, esos mismos que reposan en miles de cocinas, se tomaron el centro del poder legislativo.
EL MOMENTO DE LA VOTACIÓN: DIÁLOGOS, APURONES Y UN “PERDÓN, PERDÓN” QUE QUEDÓ SONANDO
El ruido de las bancas, el murmullo entre asesores y el llamado repetido a senadores rezagados dieron un tono casi teatral al momento. La Presidenta de la Sala, con voz que cruzaba la solemnidad y la paciencia al filo, preguntó:
—¿Alguna señora senadora o señor senador no emitió su voto?
Un silencio expectante… y entonces el conteo:
—Por la afirmativa… perdón, por la afirmativa 26 votos. Por la negativa 5, una abstención.
Con esa frase, casi casual, quedó aprobada en general la iniciativa que busca modificar el Código Sanitario para establecer normas sobre la trazabilidad del huevo y la certificación de los llamados huevos de gallina feliz o libre.
Pero el ambiente aún no se calmaba.
“Necesitamos la presencia de dos senadores… Senador Osandón, senador Quintana, por favor”, insistieron desde la Mesa, mientras asesores corrían como en día de cuenta pública.
Finalmente, entre llamados y asentimientos, se fijó el plazo de indicaciones: jueves 27 de noviembre, a las 12:00 horas, en la Secretaría del Senado.
Un trámite simple para algunos.
Un paso histórico para otros.
Una pequeña gran revolución para las gallinas.
¿POR QUÉ IMPORTA TANTO UN PROYECTO SOBRE HUEVOS?
Porque no se trata solo del empaque que vemos en el supermercado.
Se trata de saber de dónde viene cada huevo, cómo fue criado el animal que lo produjo, qué estándares se aplicaron, y si realmente merece llamarse “gallina feliz” o “libre”, o si solo es un eslogan marketinero.
El proyecto obliga a dar garantías reales, certificaciones verificables y una trazabilidad que permita seguir el viaje del huevo “desde el gallinero hasta la mesa”.
Y en un país donde el consumo per cápita bordea los 260 huevos por persona al año, la discusión deja de ser anecdótica.
UN CÓDIGO SANITARIO QUE SE ABRE COMO UN CASCARÓN ANTIGUO
El debate sobre los huevos es solo una pieza dentro de una reforma mucho más grande. El Código Sanitario chileno, con varias décadas a cuestas y huecos normativos que ya parecen grietas, se está abriendo para permitir el paso a:
- Nuevas reglas para reconocer y ordenar al equipo de salud, incorporando profesiones y técnicos que hoy trabajan en la sombra administrativa.
- La creación de un Servicio Nacional de Salud Digital, puerta de entrada para la telemedicina más robusta y moderna.
- Leyes que obliguen a contar con farmacias de turno 24/7 en grandes ciudades.
- Regulaciones para frenar la integración vertical entre laboratorios y farmacias, un problema que ha generado polémicas por años.
- Y ahora, un sistema de control más estricto sobre la industria avícola.
Cada una de estas piezas está siendo discutida simultáneamente.
El huevo, en este contexto, es la punta del iceberg… o del gallinero.
LO QUE VIENE: LA COMISIÓN DE AGRICULTURA TOMA EL TESTIGO
Tras su aprobación general, el proyecto vuelve a la Comisión de Agricultura, donde se revisará cada artículo con lupa: definiciones, estándares, certificaciones, fiscalización y sanciones.
Será allí donde se sabrá si este impulso inicial se transforma en una ley que cambie la forma en que Chile produce, vende y consume huevos.
Por ahora, el país se queda con la postal del día:
senadores apurados, llamados por micrófono, votos contados entre correcciones, y un tema que —contra todo pronóstico— logró sacudir una mañana completa:
los huevos.
Porque en el Senado, cuando menos se espera, hasta un gallinero puede generar una ley.







