MADURO PONE A VENEZUELA EN MÁXIMA ALERTA MILITAR: “SI EL IMPERIO ATACA, RESPONDEREMOS CON TODO EL PODER DE LA PATRIA”

Venezuela activó la fase superior del “Plan Independencia 200”, movilizando medios terrestres, navales, aéreos y misilísticos, junto a la Milicia Bolivariana y cuerpos de seguridad, tras la orden de Nicolás Maduro de prepararse ante una posible agresión de Estados Unidos. La tensión militar en el Caribe alcanza su punto más alto.
El rugido de los motores militares volvió a escucharse en los cuarteles venezolanos. En Caracas, el eco de una orden presidencial recorrió los pasillos del poder: Nicolás Maduro activó una nueva fase del “Plan Independencia 200”, una maniobra de defensa total ante lo que el chavismo califica como una “amenaza imperialista” proveniente de Estados Unidos.
Apenas unas horas antes, el imponente portaaviones Gerald Ford, el más grande y avanzado de la Armada estadounidense, había ingresado a las aguas del Caribe. Desde el Pentágono se aseguró que su presencia tiene fines “antinarcóticos”, pero en Miraflores, la lectura fue otra: una provocación directa.
El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, apareció con tono solemne en la televisión nacional. A su espalda, un retrato de Bolívar observaba la escena. “En cumplimiento de las órdenes del ciudadano presidente Nicolás Maduro, hemos elevado los niveles de alerta militar en todo el territorio nacional”, anunció con voz férrea.

El mensaje fue claro: Venezuela entra en completo apresto operacional. Tanques, aviones de combate, baterías antiaéreas, unidades fluviales y hasta sistemas misilísticos serán desplegados entre el 11 y el 12 de noviembre como parte de esta “fase superior” del plan.
La orden no solo convoca a las Fuerzas Armadas. También moviliza a la Milicia Bolivariana, a los órganos de seguridad ciudadana y a los Comandos de Defensa Integral, en lo que el chavismo llama “fusión cívico-militar-policial”: una maquinaria nacional que mezcla disciplina castrense, fervor ideológico y movilización popular.
“Estamos listos para cualquier agresión. Nuestro pueblo y nuestra Fuerza Armada están unidos, cohesionados, moralmente firmes y equipados para defender los sagrados intereses de la patria”, declaró Padrino, reafirmando la lealtad total de los militares al régimen.
Mientras tanto, en las calles de Caracas la vida parece seguir su curso. Los mercados se llenan al ritmo habitual, aunque los rumores de guerra sobrevuelan las conversaciones. En redes sociales, los mensajes patrióticos se multiplican, y el oficialismo ha empezado a hablar de “una nueva etapa de resistencia revolucionaria”.
El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) incluso acordó “pasar a una fase armada del proceso revolucionario” si se desatan hostilidades. Maduro, desde un acto sindical transmitido en cadena nacional, fue categórico:
“La orden está dada. Si el imperio toca nuestro suelo, declararemos una huelga general insurreccional y revolucionaria. El pueblo no se rendirá”.
Estados Unidos, por su parte, insiste en que sus operaciones buscan “interrumpir el tráfico de drogas y desmantelar organizaciones criminales”, pero Venezuela acusa que se trata de un plan encubierto para forzar un cambio de régimen y quedarse con su petróleo.
Desde agosto, las fuerzas estadounidenses han realizado al menos 19 ataques en el Caribe y el Pacífico latinoamericano, con un saldo de 76 muertos en presuntas operaciones contra narcotraficantes.
La escalada diplomática se siente cada vez más tensa. En medio de discursos inflamados y ejercicios militares simultáneos, el Caribe se convierte nuevamente en tablero de poder. En esta partida, Maduro apuesta todo a la retórica bolivariana y a la defensa total de su revolución.
Mientras el “Gerald Ford” navega majestuoso frente a las costas venezolanas, la pregunta que se repite en cada análisis geopolítico es una sola: ¿Hasta dónde llegará la confrontación entre Washington y Caracas?







