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MISTERIO Y MIEDO EN LA RAÚL RETTIG: LA SOMBRA DE LA MUJER QUE INCENDIA LA MADRUGADA

Vecinos de la población Raúl Rettig viven entre el miedo y la impotencia tras un nuevo incendio que, aseguran, habría sido provocado por una mujer con severos problemas mentales. Pese a múltiples denuncias y alertas judiciales, ninguna institución logró intervenir a tiempo. Hoy, el fuego volvió a encenderse… y con él, la sensación de abandono.

La madrugada en la población Raúl Rettig parecía una más: el silencio del desierto, los ladridos dispersos, el frío que muerde. Pero de pronto, una lengua de fuego rompió la calma y volvió a teñir de rojo el cielo de Iquique. Las llamas danzaban entre las casas humildes, y el humo, espeso, cubría las estrellas. “Otra vez…”, murmuró una vecina, con ese temblor que deja el miedo cuando ya no sorprende.

Porque no era la primera vez.
Ni la segunda.
Ni la tercera.

En el corazón de la comunidad, todos apuntan a la misma figura: una mujer solitaria, errante, que camina entre sombras y cenizas. Dicen que la han visto hablar sola, quemar cosas en su patio, encender fuego en la oscuridad como si buscara conversar con él. Algunos la temen, otros la compadecen, y unos cuantos piden a gritos ayuda que nunca llega.

Documentos judiciales del Juzgado de Letras de Familia, Garantía y del Trabajo de Alto Hospicio confirman que su nombre ya había llegado a los tribunales. Vecinos, desesperados, intentaron solicitar una internación psiquiátrica involuntaria, alertando sobre el peligro que representaba para sí misma y para la comunidad. Pero el tribunal rechazó la petición por carecer de legitimación activa: solo la autoridad sanitaria podía hacerlo.
Y así, el caso quedó suspendido en el aire.

Entre las páginas de esas resoluciones, se dibuja un retrato desgarrador: una mujer con adicciones, episodios violentos y actos incendiarios en medio de la noche. “Se ha vuelto una persona peligrosa”, decía una vecina en la denuncia. “Ha provocado incendios dentro de su propia vivienda, en estado de euforia, sin servicios básicos, cocinando sobre brasas en su patio”.

La madrugada de este lunes, el fuego volvió a rugir. Bomberos trabajaron sin descanso para evitar que el siniestro consumiera más viviendas. Vecinos miraban desde la calle, cubiertos con mantas, todavía con el miedo fresco en la piel. Algunos lloraban; otros, simplemente observaban, sabiendo que —cuando el fuego se apague— volverá el silencio. Y con él, la pregunta que nadie puede responder:
¿qué pasará la próxima vez?

Porque en la Raúl Rettig, el humo ya no solo huele a madera quemada: huele a abandono, a desamparo, a la desesperación de una comunidad que pide auxilio hace meses.

Belén Pavez G., Periodista y Locutora. Licenciada en Comunicación Social. Productora general y Directora de prensa en Vilas Radio. Música y Cat lover.

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