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“ESPERO QUE BOLIVIA VUELVA AL MUNDO, Y QUE EL MUNDO VUELVA A BOLIVIA”: RODRIGO PAZ PROMETE REANUDAR EL VÍNCULO CON ESTADOS UNIDOS Y CHILE

La mañana en la que Rodrigo Paz se alzó con la presidencia de Bolivia el 19 de octubre de 2025, no solo cambió el signo político del país: encendió un reto diplomático que pocos presidentes latinoamericanos han encarado con tanta claridad. Paz prometió restablecer vínculos oficiales con los Estados Unidos y reactivar el diálogo bilateral con Chile, dos Estados que, en épocas distintas, marcaron la historia boliviana con alianzas, rupturas y heridas profundas.

Esta crónica relata, con intensidad y detalle, cómo espera hacerlo, qué sectores internos se movilizan tras ese giro, y qué riesgos y oportunidades acechan al altiplánico país

El escenario: América del sur, un tablero movido

Bolivia vive un momento de cambio radical. Tras casi dos décadas bajo el mando del partido Movimiento al Socialismo (MAS), su economía flaquea —inflación alta, reservas en mínimos— y su relación internacional está marcada por el distanciamiento. El triunfo de Paz marca el fin de ese ciclo y abre la puerta a una “reconexión” con el mundo.

Pero reconectarse no significa sólo abrir embajadas. En las cámaras de comercio, los pasillos de empresas y en los sindicatos se libra una batalla silenciosa: entre los que exigen inversión extranjera, empleo y los que exigen soberanía, control de recursos y revisión de acuerdos pasados.

Con Estados Unidos: el gran pacto pendiente

La relación entre Bolivia y EE.UU. está llena de altibajos. Los primeros vínculos diplomáticos se remontan a 1848, cuando Washington reconoció a Bolivia como Estado independiente. En la década de 2000, sin embargo, el distanciamiento fue palpable: en 2008, bajo Morales, Bolivia expulsó al embajador estadounidense y cerró la oficina de la DEA y USAID, acusadas de injerencia.

Este corte dejó huellas: el sector exportador textil perdió preferencias arancelarias que tenía con EE.UU., la inversión se congeló y la declinación económica se aceleró.

La nueva jugada de Paz
Paz no se contenta con declaraciones de buena voluntad: ya habló de acuerdos concretos.

  • Una reapertura diplomática plena con EE.UU., elevando de nuevo embajador o equivalente.
  • Un paquete de cooperación económica cercano a los US$ 1.500 millones para estabilizar el país y atraer capital privado.
  • Reformas institucionales: Paz habla de hacer del Estado boliviano “un motor eficiente”, con combate a la corrupción, tecnologías nuevas y una economía que combine inversión extranjera con protección estatal.
  • Revisión o renegociación de contratos estratégicos (como el litio), para que Bolivia no solo sea exportadora de materia prima, sino actor con control.

Las fracciones que se movilizan

  • Las élites económicas e inversionistas: ven la apertura a EE.UU. como vía de ingreso de capitales, reinserción comercial y empleo.
  • Los movimientos sociales, sindicatos e indígenas: recelan de esta política. Para muchos, EE.UU. representa un pasado de intervencionismo, de erradicación de coca, de imposiciones externas. Recuerdan que la hoja de coca es símbolo cultural en el país.
  • El bloque político del MAS y sus aliados: han perdido fuerza electoral, pero mantienen redes sociales y simbólicas. Podrían alzar la voz para advertir que no habrá sumisión a poderes externos.

Con Chile: del agravio a la cooperación estratégica

Herida histórica abierta
La relación entre Bolivia y Chile lleva 150 años de tensión. El conflicto se remonta a la Guerra del Pacífico (1879-1884), en la que Bolivia perdió su salida soberana al Pacífico. El tratado de 1904 selló esa pérdida, aunque con compromiso de libre tránsito por puertos chilenos.

Desde entonces, cada gobierno boliviano mantuvo el reclamo marítimo como columna vertebral de su política exterior. En 2018 la Corte Internacional de Justicia dictaminó que Chile no tiene obligación de negociar soberanía con Bolivia, un duro golpe simbólico.

La insistencia de Paz
Rodrigo Paz lanza su oferta: “Queremos que Chile y Bolivia trabajen de forma más cercana en beneficio de nuestros pueblos”… ¿Cómo hará realidad esa cercanía?

  • Desarrollo conjunto de corredores bioceánicos que conecten Bolivia, Chile (y Brasil, Perú, Paraguay) mediante infraestructura logística —carreteras, ferrocarriles, puertos— donde Bolivia pueda acceder al Pacífico sin ceder su identidad.
  • Apertura de canales diplomáticos formales con Chile, aunque sin renunciar al reclamo marítimo. Es un sí al negocio, un sí al diálogo, pero un tal vez al pacto histórico.
  • Invitación al sector privado chileno para invertir en Bolivia: turismo, minería, logística portuaria.
  • Transparencia de contratos y participación local, para que los sectores sociales bolivianos no perciban el acuerdo como “venta” del mar.

Los actores en tensión

  • Bolivia corporativa y exportadora: impulsa que el litoral vuelva a ser vía de comercio, no sólo de agonía.
  • La narrativa nacionalista: que exige que “el mar perdido” no sea moneda de cambio. Cualquier acuerdo tiene que conservar dignidad histórica.
  • Chile: observa cauteloso. Puede obtener un aliado para integración logística, pero teme que el reclamo marítimo resurja si no se manejan bien los símbolos.
  • Los departamentos bolivianos limítrofes: Santa Cruz, Tarija, etc., quieren conectividad y oportunidades—pueden impulsar el proyecto de Paz.

El tablero interno: coaliciones, resistencias y riesgos

El camino diplomático de Paz no está exento de obstáculos internos.

  • Su partido no tiene mayoría legislativa absoluta, lo que le obliga a pactar con otras fuerzas. Esa negociación puede diluir su agenda externa o ralentizarla.
  • Sectores sociales movilizados: sindicatos, organizaciones indígenas, movimientos por los recursos naturales exigen soberanía, transparencia y rechazo al “neocolonialismo”. Si perciben que Paz firma con EE.UU. o Chile sin contrapartidas reales, podrían convocar protestas.
  • Economías regionales y extractivas: el litio, el gas, la minería son ejes que unen diplomacia con economía interna. Revisar contratos es clave, pero abrirse a EE.UU./Chile sin una “caja de ganancias” visible podría generar descontento.
  • La herencia del MAS: aunque electoralmente debilitado, sigue en el imaginario sociopolítico. La ruptura con EE.UU. y su alianza con China/Rusia fueron parte de su identidad política. Cambiar ese relato requiere redefinir también la memoria colectiva.

Oportunidades y peligros al rojo vivo

Oportunidades

  • Inversión extranjera directa que reactive empleos y exportaciones.
  • Modernización de la infraestructura logística, acceso al mar o a rutas más rápidas que permitan abrir mercados.
  • Renovación del rol internacional de Bolivia: actualmente marginado, podría convertirse en nodo estratégico regional entre sur y Norte.

Peligros

  • Que la apertura se convierta en dependencia: inversiones que vienen “con condiciones”, debilitando la autonomía boliviana.
  • Que las protestas sociales se reaviven si no hay reparto justo de beneficios o si los contratos se firman sin transparencia.
  • Que el reclamo marítimo quede reducido a figurita de museo, sin dividendos reales, y eso erosione la legitimidad del gobierno.
  • Que la competencia geopolítica (EE.UU. vs China/Rusia) convierta a Bolivia en escenario de disputa internacional, sin que el país saque ventaja real.

El inicio de la fase decisiva

Desde su asunción el 8 de noviembre, Paz tiene un calendario cargado:

  • Reinstaurar embajadores con EE.UU. y Chile, o al menos elevación del nivel diplomático.
  • Presentar ante el Congreso boliviano un plan de cooperación económico-comercial con EE.UU., incluyendo metas claras de empleo, gasto público y control de recursos estratégicos.
  • Lanzar licitación o convocatoria de inversión en corredores bioceánicos con Chile, visibilizando proyectos piloto de infraestructura en 2026.
  • Anunciar auditoría pública de contratos de litio, gas y minería firmados por anteriores gobiernos con China, Rusia u otros socios.

Rodrigo Paz apuesta por una diplomacia de puertas abiertas: con Estados Unidos, con Chile, con el mundo, pero esas puertas que se abren también requieren muros de contención: para proteger la soberanía, evitar que el país caiga en la mano de intereses foráneos, y asegurar que los beneficios lleguen a los sectores sociales que lo han sostenido.

El mundo parece volver a Bolivia. Ahora la gran pregunta es si Bolivia volverá al mundo haciendo valer su voz, su historia, su dignidad… o si apenas enderezará el timón para quedar atrapada en otra ola más grande. La cuenta regresiva diplomática ha comenzado, y las fracciones económicas, sociales y políticas del país ya calibran las piezas del tablero.

Belén Pavez G., Periodista y Locutora. Licenciada en Comunicación Social. Productora general y Directora de prensa en Vilas Radio. Música y Cat lover.

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