
La calma de Nicolás Grau es engañosa. Habla despacio, con cifras en la punta de la lengua y una sonrisa que esconde una advertencia política de fondo: la batalla por el Presupuesto 2026 será una de las más duras del gobierno de Gabriel Boric. En su oficina del Ministerio de Hacienda, el economista que asumió el cargo hace apenas unas semanas parece tener clara su misión: mantener la credibilidad internacional de Chile, contener el gasto y frenar las embestidas de la oposición, especialmente las del líder republicano José Antonio Kast.
En conversación con La Tercera, el nuevo jefe de las finanzas públicas lanzó una frase que ya generó reacciones en todo el espectro político:
“En vez de responder con violencia, sería mejor que Kast aclare de dónde va a recortar los US$6.000 millones”.
La declaración cayó como una bomba en medio del debate fiscal. Grau no solo cuestiona el tono del candidato del Partido Republicano, sino también el corazón de su programa económico: un ajuste drástico de gasto que, a su juicio, es imposible de justificar sin golpear áreas sociales clave.
El desafío de “ordenar la casa”
Grau recibió una Hacienda ordenada, dice él mismo, pero con un país cansado, una economía en recuperación y un clima político polarizado. “Encontré un trabajo sólido, con buena planificación y una macroeconomía que crece, aunque el desafío sigue siendo el empleo”, afirma.
El nuevo ministro no dramatiza las críticas sobre las metas fiscales no cumplidas. “El mercado internacional confía en las finanzas públicas de Chile”, repite, casi como un mantra, citando evaluaciones positivas de Fitch y de los organismos multilaterales.
Para Grau, la narrativa opositora que acusa descontrol fiscal es parte de un libreto político: “El debate interno siempre tendrá diferencias, pero lo relevante es cómo nos ve el mundo, y el mundo sigue confiando en nosotros”.
El fantasma del déficit y el ajuste pendiente
El Presupuesto 2026 nació bajo sospecha. Las proyecciones oficiales hablan de un déficit estructural del 2,2% del PIB, y aunque el gobierno promete converger al -1,1% el próximo año, los analistas dudan. Grau, sin embargo, saca pecho:
“El gasto ha crecido la mitad de lo que creció en la administración anterior. Y la deuda pública tendrá el menor aumento en una década”.
Con ese argumento, el ministro intenta blindar políticamente la imagen de responsabilidad fiscal que heredó de Mario Marcel. Pero al mismo tiempo se defiende de los ataques del bloque opositor, que acusa improvisación en las metas. Grau lo niega: asegura que el equipo revisó sus metodologías junto al Fondo Monetario Internacional y que ahora las proyecciones son más precisas.
“Lo único que nos ha jugado en contra —dice— es la minería. Hechos puntuales, como el accidente en El Teniente, afectaron los ingresos. No es un problema estructural”.
El presupuesto como campo de batalla política
La tensión creció luego de la cadena nacional del Presidente Boric, quien criticó el “ajuste extremo” propuesto por Kast. La derecha respondió con dureza, acusando intervencionismo. Grau, sin embargo, cree que la discusión apenas comienza y que la propuesta republicana carece de sustento técnico y transparencia.
“Hay dos posibilidades —plantea el ministro—: o saben qué van a recortar y no lo dicen porque temen perder apoyo, o no tienen idea de cómo hacerlo. En ambos casos, deberían aclararlo”.
La frase, que mezcla ironía y cálculo político, resume la estrategia del Ejecutivo: llevar a Kast al terreno técnico, donde sus números no cuadran.
El fin de la “glosa republicana” y la pelea por los US$700 millones
Uno de los puntos más polémicos del Presupuesto es la eliminación de la llamada “glosa republicana”, una cláusula que permitía al próximo gobierno disponer libremente de ciertos recursos. Grau defiende la decisión con argumentos de eficiencia: “La propuesta genera menos presión de gasto, pero da la misma libertad para reasignar”.
En otras palabras, el ministro quiere dejar amarrado un Presupuesto que no se dispare ni con el próximo cambio de gobierno. “A nadie que quiera recortar gasto le conviene heredar un bolsón de recursos”, ironiza.
Pese a la molestia de las candidaturas de derecha y centro, Grau insiste en que el gobierno no está cerrado a conversar, pero que su propuesta es “la mejor desde el punto de vista fiscal”.
Un cierre con advertencia política
En el tramo final de la entrevista con La Tercera, Grau lanza su mensaje más político.
“El debate fiscal no puede basarse en consignas. Nosotros estamos haciendo lo que casi ningún país hizo: reducir el gasto en más de 20% tras una pandemia, sin aumentar la pobreza”.
Y agrega con tono firme:
“Nos tocó la parte difícil: hacer el ajuste después de una administración que gastó demasiado”.
Para el ministro, el desafío no es solo cuadrar las cifras, sino también defender la idea de un Estado que gasta menos, pero mejor. Mientras la oposición busca instalar el relato del descontrol y la “crisis fiscal”, Grau apuesta a mostrar disciplina, rigor técnico y una dosis de ironía política.
El mensaje queda claro: si Kast quiere hablar de austeridad, que primero muestre la calculadora.