
La tensión entre el Gobierno y la oposición escaló un nuevo peldaño en las últimas horas, luego que un grupo de senadores opositores abandonara la Sala en señal de protesta por el rechazo a incluir multas en el proyecto de voto obligatorio. El gesto, cargado de simbolismo, dejó en evidencia la fragilidad de los acuerdos políticos y abrió un intenso debate sobre gobernabilidad y responsabilidad institucional.
La raíz del conflicto
El episodio tiene su origen en la Cámara de Diputadas y Diputados, donde el oficialismo no respaldó la incorporación de sanciones económicas a quienes no concurran a sufragar, pese a lo que la oposición asegura era un compromiso asumido por el Ejecutivo. Para los sectores contrarios al Gobierno, este incumplimiento significó una “ruptura de confianza” que debía marcarse con un gesto político fuerte.
Así fue cómo en el Senado, en plena tramitación legislativa, varios parlamentarios opositores decidieron retirarse del Hemiciclo.
La medida, lejos de pasar inadvertida, desató un vendaval de críticas cruzadas que amenaza con paralizar la agenda parlamentaria en medio de un clima ya tensionado por la discusión del voto obligatorio.
La voz de la oposición
El senador UDI Gustavo Sanhueza fue claro en explicar la decisión:
“Ante el incumplimiento por parte del Gobierno del protocolo que estaba firmado, hemos tomado la decisión de no avanzar en la votación de los proyectos. Aquí se está violando la Constitución y el Gobierno está mirando para el lado”, sentenció.
En la misma línea, su par Juan Antonio Coloma, reforzó la idea de que no se trata de un simple desacuerdo legislativo, sino de una falta grave a la palabra empeñada:
“Esto es un régimen que requiere respeto mutuo. Aquí lo que debió haberse hecho era cumplir con lo que constitucionalmente se había planteado. ¿La oposición debe hacer como que da lo mismo? No. No me parece que esa sea la forma de actuar”, recalcó.
Ambos representantes coincidieron en que no retomarán el debate mientras no exista una señal clara de rectificación desde La Moneda.
Críticas desde el oficialismo
Del otro lado del espectro político, el gesto opositor fue recibido con dureza. La senadora Yasna Provoste (DC) acusó una falta de respeto hacia la institucionalidad y recordó el rol que tienen los parlamentarios frente al país:
“Esto debilita nuestra democracia. Aquellos que aspiran a conducir el país deben hacerse responsables de que hoy el debilitamiento a la gobernabilidad viene de los sectores de derecha que abandonaron el Hemiciclo”.
A sus palabras se sumó el senador comunista Daniel Núñez, quien advirtió sobre las consecuencias prácticas de este bloqueo:
“Esto no sólo afecta al proyecto de ferias libres, afecta toda la tabla. Si esta es la actitud de la oposición, no perjudican al Gobierno ni a los senadores oficialistas: están perjudicando al país, porque impiden legislar cualquier materia. Esto es paralizar el Senado”.
Una crisis de confianza en desarrollo
El choque refleja una crisis política mayor que trasciende al proyecto de voto obligatorio. Mientras la oposición habla de “incumplimiento y falta de respeto institucional”, el oficialismo denuncia una “irresponsabilidad que daña a la democracia”.
El futuro inmediato del proyecto, que busca reinstalar el sufragio obligatorio como norma permanente en Chile, está ahora en suspenso. En paralelo, se suma la amenaza opositora en la Cámara Baja de no tramitar proyectos del Gobierno en comisiones, lo que anticipa semanas de fuerte tensión en el Congreso.
Lo que parece claro es que el debate por el voto obligatorio se transformó en algo más que una discusión electoral: se ha convertido en un nuevo campo de batalla por la legitimidad política, el respeto a los acuerdos y la gobernabilidad misma.







