TERREMOTO POLÍTICO EN PERÚ: CONGRESO EXPULSA A DINA BOLUARTE Y JOSÉ JERÍ ASUME EL PODER EN MEDIO DEL CAOS Y LA VIOLENCIA

LIMA EN LLAMAS. Una noche que quedará grabada en la historia del Perú. En una sesión relámpago, cargada de gritos, acusaciones y tensión al borde del colapso institucional, el Congreso de la República destituyó a la presidenta Dina Boluarte por “permanente incapacidad moral”. 122 votos a favor bastaron para derribar a una de las mandatarias más impopulares de Latinoamérica. En su lugar, el presidente del Parlamento, José Jerí, asumió de madrugada la jefatura del Estado, prometiendo “una guerra total contra la delincuencia” y la “reconciliación nacional”.
UNA DESTITUCIÓN A VELOCIDAD VERTIGINOSA
Apenas pasadas las 23:30 horas de ayer jueves, los parlamentarios iniciaron una votación histórica. Cuatro mociones de vacancia se fundieron en una sola decisión devastadora: declarar moralmente incapacitada a Boluarte por su “falta absoluta de liderazgo” frente al avance del crimen organizado.
El hemiciclo hervía. Afuera, miles de ciudadanos se agolpaban en las calles de Lima entre bocinazos, cacerolas y banderas, mientras las pantallas del país entero transmitían en vivo el desplome del gobierno.
Boluarte, que había sido citada a defenderse ante el Congreso, no se presentó. Solo su abogado asistió para comunicar que la mandataria no hablaría “por motivos personales”. Ese silencio fue interpretado como una renuncia tácita a su cargo. Minutos después, el tablero electrónico se tiñó de verde: vacancia aprobada por abrumadora mayoría.
“NO PENSÉ EN MÍ, PENSÉ EN EL PERÚ”
Pasada la medianoche, Boluarte apareció en cadena nacional, flanqueada por los pocos ministros que aún no habían dimitido. Con un rostro visiblemente tenso y voz entrecortada, dijo:
“En todo momento convoqué a la unidad, a trabajar juntos. No pensé en mí, sino en los peruanos”.
Sus palabras fueron interrumpidas por la señal estatal, que cortó abruptamente la transmisión en cuanto se confirmó que ya no era presidenta en funciones.
EL ATAQUE QUE DESATÓ EL FIN
El detonante de esta crisis fue brutal. Días antes, un ataque armado durante un concierto de Agua Marina —una de las bandas más queridas del país— dejó varios músicos heridos. Las balas disparadas en pleno escenario se convirtieron en símbolo del caos: Perú, dominado por mafias, extorsionadores y sicarios, se desangraba mientras el Ejecutivo guardaba silencio.
El país entero clamó respuestas. Pero el Gobierno no las dio. Esa inacción fue la chispa que encendió la mecha.
UN RÉGIMEN DESGASTADO Y RODEADO DE ESCÁNDALOS
Dina Boluarte deja el poder envuelta en múltiples investigaciones. Desde el “Rolexgate” —por relojes de lujo no declarados— hasta acusaciones de genocidio y homicidio por la represión de las protestas de 2022. Su aprobación, según Ipsos Perú, había caído al 3%, la cifra más baja registrada por un mandatario en América Latina.
A ello se sumó el hallazgo de que se habría sometido a cirugías estéticas secretas sin informar al Congreso, incumpliendo sus deberes constitucionales.
JOSÉ JERÍ: EL PRESIDENTE RELÁMPAGO
A la 1:00 de la madrugada, José Jerí Oré —abogado de 39 años y presidente del Congreso— juró como nuevo jefe de Estado. En un discurso transmitido a todo el país, prometió “una transición de empatía y reconciliación nacional”, pero también lanzó una advertencia contundente:
“Las organizaciones criminales son hoy nuestros enemigos. Les declaramos la guerra”.
Jerí, que llegó al Parlamento como suplente de Martín Vizcarra, asume en medio de una tormenta política y social. En su contra pesan acusaciones previas de corrupción y una investigación por presuntos cobros irregulares cuando presidió la Comisión de Presupuesto, aunque todas fueron archivadas.
EL PERÚ, UN PAÍS SIN RUMBO
Con la destitución de Boluarte, Perú suma siete presidentes en solo nueve años. Desde Pedro Pablo Kuczynski hasta Pedro Castillo, pasando por Vizcarra y Sagasti, ningún mandatario ha logrado completar su mandato.
El país atraviesa una espiral de inseguridad, pobreza y descrédito político, con regiones enteras dominadas por bandas armadas. Los ciudadanos, agotados y sin fe en sus instituciones, exigen elecciones anticipadas y una nueva Constitución.
EL FUTURO: INCERTIDUMBRE Y RIESGO DE EXPLOSIÓN SOCIAL
Mientras la comunidad internacional observa con cautela, en Lima los analistas hablan de un “colapso institucional sin precedentes”. Naciones Unidas y la OEA han pedido respeto a la democracia, mientras Washington y Bruselas monitorean de cerca la sucesión.
Las calles arden. En el centro de Lima, cientos de manifestantes exigen “¡Que se vayan todos!”. En las regiones del sur, las barricadas ya bloquean carreteras.
Perú vuelve a entrar en el ojo del huracán, convertido en un país donde ningún presidente logra sobrevivir a su propio mandato.