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TERREMOTO DESPIERTA EL PÁNICO EN BANGLADESH: OCHO MUERTOS, EDIFICIOS DERRUMBADOS Y UNA CAPITAL QUE AÚN TIEMBLA

Una sacudida de 5,5 grados bastó para quebrar la rutina del centro del país: fachadas colapsaron, un edificio se partió como papel y más de un centenar de heridos fueron arrastrados a hospitales en escenas de caos, miedo y polvo. Las autoridades piden calma, pero la población sigue en las calles, paralizada por el recuerdo del desastre.

La tierra no avisó. A las 10:08 de la mañana, cuando Daca hervía en su ritmo habitual —bocinas, mercado, fábricas, buses que nunca se detienen—, el suelo comenzó a vibrar con la violencia brusca de algo que llega desde lo profundo. Un terremoto de magnitud 5,5, registrado a solo 10 kilómetros de profundidad, sacudió el corazón de Bangladésh y dejó un rastro inmediato de tragedia: ocho muertos, entre ellos un niño, y más de 100 heridos.

El epicentro se ubicó cerca de Narsingdi, una ciudad que esta vez quedó marcada en la geografía del espanto. Desde allí, la onda sísmica viajó como un latigazo hacia la capital —apenas 50 kilómetros al oeste— y hacia otras localidades que solo pudieron responder saliendo a la calle, muchas veces sin zapatos, sin celular, sin saber si lo que temblaba era el suelo o sus propias piernas.

El edificio que se desplomó como una advertencia

De todas las imágenes que comenzaron a circular, una se volvió símbolo inmediato: un edificio de ocho plantas en Kosaituli, en pleno centro de Daca, que cedió parcialmente, dejando caer su revestimiento sobre una tienda abarrotada. Tres de las ocho víctimas murieron ahí, bajo una lluvia de ladrillos y acero que alcanzó a clientes, vendedores y transeúntes que jamás imaginaron que ese era su último día.

Los bomberos confirmaron que el derrumbe fue “repentino y vertical”, una expresión que, en términos sísmicos, es sinónimo de peligro latente: estructuras debilitadas que podrían volver a caer con el menor remezón.

Universitarios, obreros, familias: el golpe fue transversal

El portavoz del Gobierno interino, Azad Majumder, confirmó que entre los fallecidos hay estudiantes de la Universidad de Daca, trabajadores de fábricas en Gazipur, y vecinos comunes de Narsingdi. “No fue un colapso sectorizado”, señaló. “Fue un golpe a distintas rutinas, a distintas vidas, a distintos mundos”.

Redes sociales: el miedo en tiempo real

Los primeros reportes no vinieron de autoridades, sino de celulares temblorosos: videos de lámparas oscilando, familias evacuando edificios, oficinas enteras lanzándose a escaleras que apenas soportaban la estampida. En Barisal, Comilla, Daca y hasta en la cercana Calcuta (India), el temblor fue una sacudida que dejó huellas físicas y psicológicas.

Hospitales desbordados

Los heridos fueron trasladados al Hospital Mitford, donde médicos y voluntarios improvisaron salas de emergencia en pasillos y patios. La mayoría llegó con traumas por caída de objetos, cortes profundos, crisis nerviosas o lesiones por estampidas.

El Gobierno pide calma, pero el país sigue en alerta

En un comunicado oficial, Muhammad Yunus, principal asesor del Gobierno interino, prometió monitoreo constante y pidió “no caer en rumores”. Pero la calma es un lujo difícil en un país enclavado en una de las zonas tectónicas más tensas del planeta.

Bangladésh —como India, Pakistán y Afganistán— vive montado sobre la convergencia de las placas india y euroasiática, un choque geológico permanente que cada cierto tiempo recuerda su poder.

Hoy, ese recordatorio llegó sin misericordia.

Belén Pavez G., Periodista y Locutora. Licenciada en Comunicación Social. Productora general y Directora de prensa en Vilas Radio. Música y Cat lover.

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