La caída por 2-0 ante Bolivia en La Paz fue el punto final de una etapa que venía cuesta abajo. Ricardo Gareca sabía que la clasificación al Mundial de 2026 ya no era posible y que su continuidad al mando de La Roja tenía los minutos contados. El ambiente previo al encuentro ya anticipaba un desenlace inevitable.
Apenas terminado el partido, el presidente de la Federación de Fútbol de Chile, Pablo Milad, junto al secretario Jorge Yunge, bajaron al camarín para notificar al técnico argentino el fin de su vínculo. Con la eliminación matemática confirmada, la decisión se ejecutó con rapidez, poniendo fin a un ciclo breve y sin resultados.
Gareca, fiel a su estilo, se despidió en privado del plantel y agradeció el compromiso de los jugadores. La situación forzó una modificación en la planificación de prensa, ya que originalmente estaba previsto que el entrenador hablara en conferencia apenas terminara el partido, lo cual finalmente no ocurrió.
Fue el técnico del equipo boliviano quien asumió primero el rol ante los medios, mientras la selección chilena procesaba internamente el fracaso deportivo. Así concluye una etapa marcada por la ausencia de resultados y la urgencia de una reconstrucción profunda en el fútbol nacional.
