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QUILICURA AL LÍMITE: COMUNA DECLARA ‘URGENCIA COMUNAL’ EN MEDIO DE UNA OLA DELICTUAL QUE DESBORDA LA PACIENCIA VECINAL

Balaceras, asesinatos y miedo nocturno llevaron al municipio a decretar una medida extraordinaria para acelerar recursos en materia de seguridad. La alcaldía exige al Estado una intervención urgente, mientras los vecinos claman por volver a vivir sin temor.

El amanecer del 2 de noviembre no trajo calma a Quilicura. Las calles aún olían a humo y nerviosismo, mientras las patrullas cruzaban la comuna en un ir y venir frenético. La noticia corría de boca en boca: el municipio había declarado “urgencia comunal en materia de seguridad”, una medida inédita y desesperada ante los sucesivos hechos delictuales que han sacudido la zona en los últimos días.

La decisión, firmada desde la Alcaldía Ciudadana, busca agilizar los procesos administrativos para adquirir equipamiento, materiales y tecnología que refuercen la seguridad barrial. Pero más allá del lenguaje técnico, lo que se siente en las calles es otra cosa: una mezcla de rabia, cansancio y miedo colectivo.

Una comuna sitiada por la violencia

En los últimos días, la tranquilidad habitual de Quilicura fue reemplazada por un ruido constante: sirenas, helicópteros, gritos en la noche. El crimen que encendió las alarmas —el brutal asesinato de un hombre hallado amarrado de pies y manos en su propio patio— se convirtió en el símbolo del desborde.

Las investigaciones revelaron que los responsables habrían intentado borrar evidencia quemando ropa con rastros de sangre en un sitio de Isla de Maipo, donde además apareció el vehículo de la víctima. El caso conmocionó a los vecinos y destapó un temor latente: la delincuencia se había tomado los barrios.

En redes sociales, los mensajes se repiten: “Ya no se puede salir de noche”, “nos roban a plena luz del día”, “nadie responde”. La sensación de abandono se transformó en una herida abierta que ahora el municipio intenta contener con urgencia y determinación.

El grito del municipio: “¡Que el Estado actúe!”

Desde la Municipalidad, el comunicado fue claro: “Esta medida se adopta ante los sucesivos hechos delictuales ocurridos en los últimos días, que han causado una constante preocupación de nuestra gestión y de nuestras vecinas y vecinos”.

El decreto, explican, no es solo un gesto simbólico, sino una herramienta que permite acelerar compras y contrataciones sin los largos trámites burocráticos que suelen demorar la respuesta institucional. En palabras simples, busca actuar antes de que la violencia vuelva a golpear.

La alcaldía hizo un llamado directo al Estado de Chile y a sus instituciones a “tomar las acciones necesarias para contribuir a la seguridad que la comunidad merece”. La frase, aunque diplomática, suena como un golpe sobre la mesa: Quilicura se cansó de esperar.

Entre la urgencia y la esperanza

El decreto comunal no resuelve la raíz del problema, pero abre una puerta. Con él, la municipalidad podrá reforzar la iluminación pública, instalar cámaras de vigilancia, mejorar el patrullaje y fortalecer la coordinación con Carabineros y PDI.

Vecinos esperan que, por fin, “algo cambie”. Que las plazas vuelvan a llenarse de niños y no de sombras. Que la noche deje de ser sinónimo de miedo.

Quilicura vive días intensos, pero también un despertar cívico. La “urgencia comunal” no solo es un acto administrativo; es un grito colectivo de una comuna que se rehúsa a rendirse ante la delincuencia.

Una herida que busca respuesta

Mientras las patrullas siguen recorriendo las avenidas principales y los vecinos observan desde las ventanas, Quilicura respira un aire distinto: una mezcla de incertidumbre y esperanza. El decreto no borra el dolor de los últimos días, pero deja en claro algo esencial: la seguridad se ha convertido en una urgencia moral, no solo comunal.

Belén Pavez G., Periodista y Locutora. Licenciada en Comunicación Social. Productora general y Directora de prensa en Vilas Radio. Música y Cat lover.

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