
En menos de tres semanas, Iquique ha sido escenario de tres suicidios que golpearon a familias, jóvenes y una comunidad entera que aún no logra asimilar la noticia. Mientras el país registra cinco muertes por día y veinte intentos frustrados, los expertos insisten: la salud mental ya no puede seguir siendo un asunto individual, sino un problema público urgente.
Iquique, la ciudad del sol, amaneció nublada. Pero no era el cielo el que pesaba, sino el alma colectiva.
En apenas veinte días, tres personas decidieron poner fin a su vida en distintos puntos de la capital regional. Una adolescente de 17 años que cayó al vacío desde un edificio en Riquelme con Arturo Fernández. Un DJ querido en el sector de El Morro que dejó una nota breve, escrita con más tristeza que tinta. Y un joven estudiante que, frente al mar de Cavancha, eligió el silencio definitivo.
Tres muertes. Tres golpes secos.
Una ciudad entera que se pregunta qué está pasando.
CUANDO EL SOL NO ALCANZA
En Iquique, el mar brilla, los turistas sonríen y los drones graban desde el cielo playas perfectas. Pero bajo esa postal de verano perpetuo, algo se resquebraja.
Los vecinos hablan en voz baja, los colegios organizan reuniones de emergencia, los psicólogos locales no dan abasto. “No es casualidad”, dice una funcionaria de salud mental del Hospital Regional. “La primavera siempre nos golpea más fuerte. Todo florece afuera, pero adentro muchos se marchitan”.
Los especialistas lo llaman “la paradoja de la primavera” o “primavera gris”: cuando el aumento de la luz, la energía y la vida social contrasta con la oscuridad interior de quienes batallan contra la depresión. Ese contraste —dicen los expertos— puede ser letal.
CINCO MUERTES AL DÍA, VEINTE INTENTOS
Lo que ocurre en Iquique no es una excepción, sino un reflejo amplificado de una herida nacional.
En Chile, cada día cinco personas se suicidan y otras veinte lo intentan sin éxito. Es decir, cada hora hay al menos una vida pendiendo del hilo invisible de la desesperanza.
Un estudio de la Universidad Adolfo Ibáñez muestra que el suicidio pasó de representar apenas 0,1% de las muertes en 1920 a bordear el 2% hoy. Una cifra diez veces mayor, con un patrón persistente: los hombres mueren más, pero consultan menos.
Y mientras los hospitales se llenan, el silencio sigue siendo la norma.
“NO SE PASA, SE ACUMULA”
En Chile, más de 1,3 millones de personas presentan síntomas de algún problema de salud mental, pero nunca buscan ayuda. No porque no quieran, sino porque no pueden: no hay recursos, no hay acceso, no hay tiempo, no hay cobertura.
“Nos enseñaron que ir al psiquiatra es para locos, que hay que aguantar, que el dolor se supera trabajando”, comenta Antonia Errázuriz, especialista en salud mental comunitaria.
“Pero la depresión no se supera con voluntad. Se trata con acompañamiento, con redes, con Estado”.
El reciente Termómetro de Salud Mental Achs-UC lo confirma: solo el 16% de los chilenos consultó con un profesional el último año. Y aun así, la mayoría de quienes lo hicieron reportó una mejora drástica en su bienestar.
La diferencia entre vivir y morir, a veces, es solo una cita a tiempo.
LA PRIMAVERA Y EL CONTRASTE CRUEL
Los investigadores han documentado el fenómeno en todo el mundo: los suicidios aumentan cuando los días se alargan. No es casualidad.
El cambio de luz altera los ritmos biológicos, modifica la serotonina y acelera la energía.
Para quien lleva meses atrapado en la depresión, esa activación puede transformarse en el impulso para concretar lo que antes solo pensaba.
En adolescentes y jóvenes, además, la primavera coincide con el cierre del año escolar, los exámenes, la presión universitaria y el aislamiento digital. En un país donde las redes sociales son espejo y juicio, el peso de “no ser suficiente” puede volverse insoportable.
“NOS FALTA ESTADO, NOS FALTA ESCUCHA”
“Nos faltan psicólogos en los colegios, nos faltan campañas, nos falta Estado, pero sobre todo nos falta escucha”, dice Carolina, trabajadora social que acompañó a una de las familias afectadas.
“Todos dicen que hay señales, pero las señales se ven cuando ya es tarde”.
En los últimos años, Chile ha avanzado en diagnóstico, pero poco en respuesta.
El presupuesto en salud mental sigue siendo menor al 3% del gasto total en salud, muy por debajo del promedio de la OCDE. Y aunque se han creado programas de apoyo, los equipos son insuficientes, las listas de espera largas, y las crisis, demasiado rápidas.
EL VALOR DE HABLAR
Hace unos meses, el Presidente Gabriel Boric confesó que estuvo internado tres semanas en un hospital psiquiátrico. “El solo hecho de decirlo provoca escosor”, reconoció. Pero su testimonio ayudó a visibilizar lo que muchos esconden: que pedir ayuda no es debilidad, es sobrevivencia.
La estigmatización sigue siendo la gran trampa.
Compartir que alguien tuvo cáncer genera apoyo. Decir que estuvo hospitalizado por depresión, en cambio, provoca distancia.
Ese doble estándar mata.
IQUIQUE, UNA CIUDAD EN SILENCIO
Hoy, en la esquina de Riquelme con Arturo Fernández, hay flores secas sobre la vereda. En El Morro, el local del DJ cerró por duelo. Frente a Cavancha, el viento marino sopla como si arrastrara los nombres que ya no están.
Los tres casos estremecieron a una ciudad que, entre el ruido del tránsito y el brillo del sol, intenta comprender lo incomprensible.
Nadie sabe quién será el próximo.
Todos esperan que no haya otro.
QUE HABLAR SEA TAN NATURAL COMO RESPIRAR
La salud mental no es un lujo ni una moda. Es un derecho.
Cada conversación abierta, cada mensaje de apoyo, cada línea telefónica activa puede salvar una vida.
Porque detrás de cada número hay una historia.
Y detrás de cada historia, un silencio que aún puede romperse.
🧠 Si necesitas ayuda o conoces a alguien que la necesite:
- 📞 Línea 4141 (Ministerio de Salud, atención gratuita 24 horas).
- 💬 Chat 4141 SaludableMente.cl
- 📱 Fono de Prevención del Suicidio 600 360 7777 (Minsal)
Hablar salva vidas.
Y esta primavera, más que nunca, Chile necesita hacerlo.