La tarde del 23 de octubre de 2022, Valparaíso fue escenario de uno de los episodios más brutales de violencia ligada al fútbol en Chile. En un lapso inferior a tres horas, un grupo de barristas armados con cuchillos inició una cacería contra hinchas de Colo-Colo, dejando dos personas asesinadas y una tercera con lesiones de extrema gravedad.
Todo se inició alrededor de las 18:00 horas, cuando Alexis Abraham Ramírez Gutiérrez, alias “El Shuki”, envió audios a un grupo de WhatsApp llamado “Los Panza”, en los que afirmaba estar armado y esperando hinchas colocolinos para atacarlos. Junto a él estaban Jean Pierre Alexis Campaña Alcaíno (“Loco Jean”) y Guillermo Andrés Astudillo Donoso, integrantes de una facción barrabrava vinculada a Santiago Wanderers.
El objetivo del grupo era explícito: impedir que se celebrara en Valparaíso el campeonato obtenido ese día por Colo-Colo, aun cuando el partido decisivo se jugó en otra región. Para los atacantes, sectores como Parque Italia y avenida Pedro Montt eran territorio exclusivo, y cualquier festejo rival debía ser castigado.
La primera agresión ocurrió cerca de las 19:30 horas, cuando los barristas interceptaron a cinco hinchas colocolinos —tres adultos y dos menores de edad— que regresaban caminando tras celebrar pacíficamente. Sin provocación previa, los atacantes los rodearon y bloquearon sus vías de escape.
En ese contexto, Carlos Bernal fue derribado al suelo y apuñalado reiteradamente, quedando en estado crítico. Murió horas más tarde en el Hospital Carlos Van Buren, producto de un shock hemorrágico causado por graves heridas en pulmones e hígado.
Durante el mismo ataque, Patricio Moya fue perseguido y acuchillado, sufriendo lesiones profundas en la espalda y la cabeza. Sobrevivió, pero el daño fue devastador: sufrió un accidente cerebrovascular, perdió temporalmente el habla y quedó imposibilitado de trabajar por meses.
Lejos de huir o detenerse, los agresores continuaron su recorrido hacia el Parque Italia, donde aún quedaban personas celebrando. Cerca de las 20:00 horas, fijaron un nuevo objetivo: Esteban Duarte, joven trabajador y padre de una niña de tres años, que celebraba con una bandera de Colo-Colo.
Aprovechando la menor presencia de público, los barristas lo rodearon en el escenario del parque y, tras gritar consignas de intimidación, lo atacaron durante varios segundos con armas blancas, propinándole ocho puñaladas, varias de ellas mortales.
Gravemente herido, Duarte logró escapar y caminar cerca de 26 metros, dejando un rastro de sangre, antes de desplomarse en la vía pública. Fue trasladado de urgencia al hospital, donde falleció a las 20:28 horas por un shock hipovolémico.
Tras los homicidios, los tres sujetos huyeron en automóvil, se fotografiaron con banderas ensangrentadas y cuchillos, y enviaron los registros al grupo “Los Panza”, jactándose de los crímenes cometidos.
Las consecuencias para las familias fueron devastadoras. Padres sumidos en depresión, hogares marcados por el silencio y una niña pequeña diagnosticada con mutismo selectivo reflejan el impacto humano de una violencia ejercida sin motivo alguno, salvo portar una camiseta de fútbol.
El 23 de diciembre, el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Valparaíso dictó la pena máxima del sistema penal chileno. Alexis Ramírez, Jean Pierre Campaña y Guillermo Astudillo fueron condenados a presidio perpetuo calificado como autores de dos homicidios calificados y un delito de lesiones graves, lo que implica un mínimo de 40 años de cárcel efectiva antes de acceder a cualquier beneficio.
La sentencia cerró el proceso judicial, pero dejó al descubierto el nivel extremo de violencia barrabrava y reabrió el debate sobre seguridad, intolerancia y crimen asociado al fútbol en los espacios públicos.
