
Tras constatar daños provocados por el tránsito de vehículos motorizados, la Seremi de Bienes Nacionales de Tarapacá, en coordinación con el Consejo de Monumentos Nacionales y la comunidad de Chanavayita, instaló señalética informativa en el farellón costero con el objetivo de proteger geoglifos ancestrales vinculados a antiguas rutas caravaneras del altiplano hacia la costa.
El desierto no grita, pero deja huellas. Algunas tienen siglos de antigüedad y fueron trazadas por manos anónimas que caminaron desde el altiplano hasta el mar siguiendo rutas invisibles, hoy amenazadas por el paso irreflexivo de neumáticos modernos. En Chanavayita, esa advertencia silenciosa se convirtió en acción concreta.
En un farellón costero al que se llega por la histórica Ruta de la Sal, vecinos del sector, funcionarios públicos y especialistas en patrimonio se reunieron para hacer algo aparentemente simple, pero profundamente simbólico: instalar señalética para proteger los geoglifos costeros que han sido dañados por el tránsito de vehículos motorizados. Dos letreros, firmes frente al viento y la arena, marcan ahora un límite entre el descuido y la memoria.
La iniciativa nació tras una visita realizada semanas atrás por el seremi de Bienes Nacionales de Tarapacá, Osvaldo Ardiles, junto a la encargada regional de la Oficina Técnica del Consejo de Monumentos Nacionales, Patricia Henríquez. En esa ocasión, la comitiva constató en terreno el deterioro sufrido por estos vestigios arqueológicos, parte de antiguos circuitos caravaneros que conectaban el interior andino con la costa.
Lo que siguió fue un compromiso asumido cara a cara con la comunidad. Y este viernes, esa promesa se cumplió.

Con pala y picota en mano, bajo el sol implacable del norte, vecinos de Chanavayita participaron activamente en la instalación de los letreros informativos. Entre ellos estaba Luis Araya, cofundador de la Fundación Semillita Sagrada, quien no solo ayudó a cavar en el terreno árido, sino que también ha sido una de las voces más persistentes en la defensa del patrimonio local.
“Estamos muy contentos como comunidad. Esto no es solo instalar letreros, es avanzar en el cuidado del patrimonio de Tarapacá. Aquí se cumplió la palabra empeñada”, señaló Araya, recordando que anteriormente ya había denunciado daños similares en los geoglifos de Alto Caramucho, donde también se logró instalar señalética preventiva.
Desde el Gobierno, la acción fue enmarcada como parte de una política más amplia de resguardo patrimonial. El seremi Osvaldo Ardiles destacó que el cuidado de estos espacios no es accesorio, sino una responsabilidad permanente del Estado.
“Desde que asumimos hemos puesto especial atención en la protección de sitios arqueológicos, patrimoniales y también vinculados a la memoria. No se trata solo de visibilizarlos, sino de darles seguridad para evitar intervenciones que los dañen”, afirmó.
La señalética instalada no solo informa: educa. Explica la relevancia histórica de los geoglifos, su vínculo con las rutas ancestrales y la necesidad de respetar un territorio que guarda relatos mucho más antiguos que cualquier camino asfaltado.
En la misma línea, la seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Sandra Mercado, subrayó que estas acciones buscan prevenir daños irreversibles y fortalecer una cultura de respeto por la historia local.
“Estamos comprometidos con la protección del patrimonio y la memoria histórica. La instalación de señalética es una herramienta concreta para alertar y evitar que hechos lamentables, como la destrucción de geoglifos, vuelvan a repetirse”, señaló.
Chanavayita no solo mira al mar. También mira hacia atrás, hacia las huellas que sobreviven en la piedra y la tierra. Y esta vez, decidió no quedarse en silencio. Con letreros, trabajo comunitario y voluntad política, el desierto vuelve a ser escuchado.







