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“NOS VA A TOMAR TIEMPO, NO ES TAN SENCILLO”: LA ADVERTENCIA DEL MINISTRO CATALDO TRAS LA LEY QUE PROHÍBE CELULARES EN COLEGIOS DESDE 2026

En medio de una mezcla de entusiasmo político y preocupación técnica, el ministro de Educación, Nicolás Cataldo, lanzó una frase que quedó rebotando en los pasillos del Congreso y en las salas de profesores del país: “Nos va a tomar tiempo, esto no es tan sencillo”. Su advertencia llegó apenas minutos después de que la Cámara de Diputadas y Diputados aprobara —sin votos en contra— la nueva ley que prohibirá el uso de celulares en todos los colegios de Chile, una medida que promete cambiar la dinámica cotidiana de millones de estudiantes, familias y docentes.

La votación fue rápida, pero el impacto promete ser lento, profundo y polémico. Mientras en el hemiciclo se cerraban los micrófonos, afuera ya comenzaban las preguntas: ¿cómo se implementará esto?, ¿qué pasa con los profesores?, ¿qué harán los estudiantes en los recreos?, ¿qué significa exactamente “prohibir”?

Cataldo, que desde temprano había seguido cada palabra del debate parlamentario, salió a explicar lo que él mismo definió como “un cambio cultural”.

No era una frase al azar. El ministro la repitió, enfatizó y ejemplificó, como si cada sílaba cargara con el peso de décadas de hábitos tecnológicos instalados casi sin darnos cuenta.

“Es una pandemia mundial”: la visión del Mineduc

En conversación con T13 en Vivo, el ministro no se guardó calificativos.
Llamó al fenómeno del uso indiscriminado de teléfonos una “pandemia que afecta a nuestros niños, niñas y adolescentes”, y la comparó con problemas globales que están reconfigurando el desarrollo cognitivo y socioemocional de las nuevas generaciones.

Cataldo advirtió que Chile es un país hiperconectado, algo positivo en muchos ámbitos, pero extremadamente complejo dentro de la educación.

Mencionó incluso la irrupción de redes de apuestas online dentro de los colegios, un fenómeno silencioso pero explosivo, que ha encendido alarmas en equipos directivos y apoderados.

“Esto nos tiene que preocupar a todos, como sociedad”, dijo.
Y ahí apuntó al corazón del conflicto: la responsabilidad adulta no termina en la reja del colegio. Las familias, insistió, deben “poner una roca, no un grano de arena”, para enfrentar el problema.

El desafío: prohibir sin crear nuevos monstruos

Cataldo fue categórico: la instalación de esta ley no puede ser una prohibición rígida a la fuerza.
Recordó el fracaso de la Ley Seca en Estados Unidos: “Lo peor que podemos hacer es prohibir a rajatabla”. La alusión no dejó a nadie indiferente.

A ojos del ministro, una prohibición irreflexiva puede generar efectos secundarios: mercado negro de celulares en las mochilas, resistencias estudiantiles, conflictos con apoderados e incluso tensiones laborales dentro de la comunidad educativa.

Por eso insiste en que este proceso será más parecido a las grandes transformaciones de las últimas décadas:
– la prohibición de fumar en lugares cerrados,
– la eliminación de comida chatarra en los colegios,
– los sellos alimentarios.

“Al principio cuesta. Después se vuelve parte de la normalidad”, sostuvo.

¿Qué cambia exactamente? La letra fina de la ley

Aunque la discusión pública gira en torno al concepto “prohibición de celulares”, la normativa aprobada es mucho más compleja.

A partir de marzo de 2026, la regla general será clara:
No se podrán usar dispositivos móviles electrónicos de comunicación personal —como celulares— durante las actividades curriculares dentro de la sala de clases.

Pero hay excepciones:

  • Necesidades educativas especiales cuando el aparato es una herramienta pedagógica.
  • Emergencias, desastres o situaciones de riesgo.
  • Condiciones de salud que requieran monitoreo médico.
  • Uso pedagógico, curricular o extracurricular, previamente autorizado.
  • Solicitudes fundadas de apoderados por motivos de seguridad.

Además, en educación media, los colegios podrán definir franjas horarias o espacios específicos donde sí se permita su uso, siempre considerando la autonomía progresiva de los estudiantes.

Y un dato clave: la prohibición aplicará a toda la comunidad educativa, incluidos profesores y asistentes, durante las clases.

Los colegios, en el centro del huracán

La ley obliga a los establecimientos a adaptar sus reglamentos internos antes del 30 de junio de 2026, generando un mapa propio de aplicación.

El Mineduc, por su parte, deberá realizar campañas anuales sobre el uso responsable de pantallas, mientras que la Superintendencia de Educación definirá los mecanismos de fiscalización.

Cataldo llamó directamente a directores y directoras a actuar con responsabilidad:
“No queremos que esto genere conflictividad al interior de las comunidades educativas”.

La anécdota que desnudó el problema

Quizá la frase más gráfica del ministro llegó cuando relató la experiencia de un colegio que prohibió los celulares hace meses:
“Los niños no sabían qué hacer en los recreos”.
El comentario hizo ruido. Y esa era la intención.

“Hace diez, veinte años, eso no existía”, recordó Cataldo.
El mensaje quedó claro: las pantallas se tragaron la infancia y esta ley pretende devolverle un poco de aire.

Un segundo proyecto clave en paralelo

Mientras la conversación pública se concentraba en la prohibición de celulares, el Congreso también aprobó —en la misma jornada— el proyecto “Yo Cuido, Yo Estudio”, que protege derechos de estudiantes cuidadores en educación superior.

El ministro y el subsecretario Víctor Orellana destacaron que se trata de un avance en corresponsabilidad y enfoque de género, que permitirá flexibilidad académica y mantención de beneficios estudiantiles para quienes cuidan niños pequeños o personas con discapacidad.

Lo que viene: un cambio que recién comienza

El Mineduc deberá entregar una evaluación formal de los efectos de esta ley en el año 2030, cuando el país ya lleve cuatro años de implementación.

Cataldo lo sabe: este no será un camino corto ni simple.

Pero, al menos para él, el objetivo vale la pena: proteger el bienestar, la salud mental y la vida social real de millones de estudiantes.

“Nos va a tomar tiempo, sí. Pero es un cambio necesario”, insistió.
Una frase que —como tantas otras en la historia educativa de Chile— quedará instalada mientras el país intenta regular la era de las pantallas.

Belén Pavez G., Periodista y Locutora. Licenciada en Comunicación Social. Productora general y Directora de prensa en Vilas Radio. Música y Cat lover.

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