Con este programa, Aguas del Altiplano reafirmó su compromiso con la educación práctica, el desarrollo sostenible y la promoción de una cultura de cuidado del agua en la región.
No hubo trajes ni oficinas, tampoco discursos largos. Hubo llaves ajustadas, cañerías revisadas y vecinos atentos tomando nota. Así, a ras de suelo y con herramientas en mano, Aguas del Altiplano cerró un intenso año de trabajo comunitario tras completar 19 talleres de Gasfitería Básica para el Hogar durante 2025, una iniciativa que llegó directamente a barrios de Iquique, Alto Hospicio y la zona de Pampa.
La escena final ocurrió en la sede de la Junta de Vecinos Huantajaya, en Iquique. Allí, residentes de distintas edades aprendieron a detectar filtraciones, entender el funcionamiento del alcantarillado y resolver problemas domésticos cotidianos que, aunque parecen menores, pueden transformarse en grandes pérdidas de agua y dinero. Fue el cierre simbólico de un programa que, a lo largo del año, capacitó a cerca de 160 personas.
Detrás de cada explicación técnica hubo algo más que conocimiento: experiencia acumulada en terreno. Los talleres fueron impartidos por profesionales del área de Redes de la sanitaria, trabajadores acostumbrados a enfrentar emergencias reales y que trasladaron ese saber práctico a las comunidades, con un lenguaje claro y cercano. El objetivo fue simple y ambicioso a la vez: empoderar a los vecinos para que puedan cuidar sus instalaciones y hacer un uso más eficiente del recurso hídrico.
La iniciativa no solo abordó aspectos técnicos. Cada jornada se transformó en un espacio de conversación sobre la importancia del agua en una región marcada por la escasez, donde una llave mal cerrada o una fuga invisible puede marcar la diferencia. En ese sentido, el programa reforzó la idea de que el cuidado del agua comienza dentro del hogar y se construye con pequeñas acciones cotidianas.
Desde la empresa valoraron la alta convocatoria y el interés sostenido que mostraron las comunidades. Para Aguas del Altiplano, este tipo de actividades no solo previene problemas operativos, sino que fortalece el vínculo con los territorios y aporta directamente al bienestar de las familias.
“El aprendizaje práctico tiene un impacto inmediato. Cuando una persona sabe cómo actuar ante una fuga o entiende cómo funciona su red domiciliaria, gana seguridad y contribuye al uso responsable del agua”, destacó el gerente regional de la compañía, Christian Barahona Rubio, al evaluar el cierre del programa.
Con el balance positivo sobre la mesa, la sanitaria ya proyecta extender estas capacitaciones durante 2026, manteniendo su enfoque comunitario y abierto. La idea es clara: seguir transformando conocimientos técnicos en herramientas concretas para la vida diaria, en una región donde cada gota cuenta y donde aprender a cuidar el agua se vuelve una tarea compartida.
Porque en Tarapacá, a veces, el cambio no empieza con grandes obras, sino con una llave bien ajustada y un vecino que sabe cómo hacerlo.
