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LA MONEDA EN OBRAS: EL CORAZÓN DEL PODER CHILENO SERÁ UN EDIFICIO EN REPARACIÓN CUANDO ASUMA EL NUEVO PRESIDENTE

El Ministerio de Obras Públicas adjudicó a la empresa Pío V Limitada la primera etapa del “Plan de Conservación Palacio de La Moneda”, con una inversión superior a los $4.600 millones. El proyecto busca adaptar el edificio a estándares de accesibilidad y eficiencia sin alterar su valor patrimonial.

Por estos días, los martillos y taladros reemplazan a los ecos solemnes del poder.
En el interior del Palacio de La Moneda —esa estructura blanca, sobria y cargada de historia donde se han escrito los capítulos más intensos del país— comenzaron los trabajos de una remodelación monumental que transformará su interior durante todo el próximo año.

El proyecto se llama “Plan de Conservación Palacio de La Moneda, Etapa 1” y tiene un costo de $4.629 millones, financiado por el Ministerio de Obras Públicas. Suena a simple obra pública, pero en la práctica se trata de una cirugía mayor al símbolo político más importante de Chile.

Un cambio de mando entre andamios

Cuando el nuevo Presidente de la República reciba la banda el 11 de marzo de 2026, entrará a un Palacio en plena faena. Obreros, arquitectos y especialistas en restauración convivirán con ministros, asesores y ceremoniales.

El poder, literalmente, deberá abrirse paso entre cables, andamios y polvo.

La adjudicataria de la obra es la empresa Pío V Limitada, una firma familiar cuyos socios —de apellidos Cornejo y Oggero— se impusieron en una licitación pública sobre otras dos constructoras. El contrato asciende a $3.890 millones netos, con un plazo de ejecución de 365 días corridos.

El proyecto no es un simple “arreglo”. La intervención contempla una renovación integral del sistema de climatización, la instalación de nuevas luminarias LED, baños accesibles, salas de lactancia y espacios tipo cowork, una palabra ajena al lenguaje decimonónico con el que fue concebido el edificio.

El búnker secreto y las noches de restauración

En el subterráneo, bajo los patios de mármol, se encuentra un lugar conocido en voz baja como “el búnker”, un auditorio que ha sido testigo de reuniones reservadas y decisiones trascendentes.
Allí también llegarán las obras: se instalarán nuevos sistemas acústicos, ventilación y revestimientos. La intervención se hará, en su mayoría, de noche, para no interferir con la agenda presidencial ni las actividades de gobierno.

El Patio de las Camelias recibirá trabajos de paisajismo y reforestación, mientras que junto al Patio de Los Naranjos —escenario de discursos y despedidas históricas— se construirá un baño inclusivo, símbolo de los nuevos tiempos.

“Se trata de adaptar el edificio a las necesidades actuales, sin alterar su esencia ni su valor patrimonial”, señalan desde la Dirección de Arquitectura del MOP.

Un palacio con cicatrices

La Moneda no es solo una sede de gobierno: es un sobreviviente.
Levantada en 1805 por el arquitecto italiano Joaquín Toesca, fue construida con piedra del cerro San Cristóbal, cal de Polpaico, arena del río Maipo y maderas del sur. Ha resistido terremotos, incendios y bombardeos. Sus muros de más de un metro de grosor guardan tanto belleza como tragedia.

Tras el bombardeo de 1973, fue restaurada con fidelidad neoclásica, recuperando su esplendor y solemnidad. Décadas después, entre 2003 y 2006, se reabrió la emblemática puerta de Morandé 80 y se inauguró el Centro Cultural Palacio de La Moneda, símbolo de reconciliación y apertura.

Ahora, más de dos siglos después de su primera piedra, el edificio vuelve a entrar al quirófano.

La polémica: ¿prioridad o exceso?

Las obras, sin embargo, no están exentas de ruido político.
Desde la oposición, varios parlamentarios cuestionaron el momento de ejecución y el costo del proyecto.
“Todo lo hacen a destiempo y sin prioridades claras”, dijo la senadora Ximena Rincón, mientras que el diputado Andrés Jouannet calificó la remodelación como “una muestra del estándar de un gobierno que llega tarde y gasta mucho”.

Desde el oficialismo, en cambio, defienden la iniciativa como una inversión patrimonial obligatoria. “No se trata de un lujo, sino de conservación estructural y accesibilidad. La Moneda necesita mantenimiento constante”, señalan en el Ejecutivo.

Entre el pasado y el futuro

Los inspectores fiscales supervisan cada movimiento, conscientes de que cualquier error en un edificio declarado Monumento Nacional podría ser irreparable.

La restauración coincide con una etapa política incierta, pero los técnicos y arquitectos miran más allá de los ciclos electorales.

Su objetivo —dicen— es que el próximo presidente, sea quien sea, reciba un Palacio capaz de resistir otros dos siglos de historia.

Porque La Moneda, más que un edificio, es un espejo: refleja las grietas, los sueños y las contradicciones del país que la habita.

Revisa la licitación completa aquí.

Belén Pavez G., Periodista y Locutora. Licenciada en Comunicación Social. Productora general y Directora de prensa en Vilas Radio. Música y Cat lover.

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