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LA FÓRMULA SECRETA DEL PODER: CÓMO EL SISTEMA D’HONDT PUEDE CAMBIAR EL DESTINO DE LAS ELECCIONES 2025

En las elecciones de 2025 no bastará con ser el más votado. Detrás de cada papeleta hay una ecuación implacable —el sistema D’Hondt— capaz de cambiar destinos políticos con una simple división. Este mecanismo matemático, que premia a las listas y castiga la soledad electoral, podría coronar a candidatos poco conocidos y dejar fuera a figuras populares. Una fórmula silenciosa, pero con el poder de decidir quiénes realmente gobernarán Chile los próximos años.

En la antesala de unas elecciones que prometen reconfigurar el mapa político chileno, hay una fórmula matemática que se alza silenciosa, invisible para la mayoría, pero decisiva en los resultados: el sistema D’Hondt.

No aparece en los debates televisivos, no ocupa titulares encendidos, pero tiene el poder de torcer el destino de un candidato con miles de votos… y coronar a otro que apenas figuró en la papeleta.

Detrás de cada sufragio depositado en las urnas este 16 de noviembre de 2025, hay una operación aritmética esperando su turno para entrar en juego. Una ecuación que no distingue rostros ni slogans, sino números, divisiones y promedios, porque en Chile, desde hace una década, no siempre gana el más votado.

El fin del binominal y el nacimiento del cálculo político

Hace diez años, la Ley 20.840 puso fin al binominal, aquel sistema que por años ató la representación al empate. En su reemplazo, el método D’Hondt prometió una democracia más proporcional, donde cada voto contara, pero la promesa tiene matices: este sistema favorece a los pactos y no a los solitarios. Aquí, quien corre solo, rara vez llega primero.

En las papeletas que los chilenos recibirán este año —para elegir presidente, senadores y diputados— los nombres aparecerán agrupados por listas o coaliciones. Cada voto a un candidato no solo impulsa su nombre, sino todo el bloque político que lo cobija… y es ahí donde comienza el verdadero juego del poder.

La matemática del Congreso

El mecanismo es simple en apariencia, pero decisivo en sus consecuencias.

Al finalizar el conteo, se suman los votos obtenidos por cada lista. Luego, esa cifra se divide por 1, por 2, por 3, por 4 y así sucesivamente, dependiendo de los escaños disponibles. Los cocientes más altos determinan cuántos cupos logra cada pacto.

Así, un bloque que reúne fuerza colectiva puede asegurar más representantes, incluso si sus candidatos individuales obtienen menos votos. En cambio, un independiente brillante, que arrasa en preferencias personales, puede quedar fuera si su lista no logra sostenerlo.

Este fenómeno, conocido como “arrastre”, ha convertido a D’Hondt en un sistema tan justo como implacable. Porque en política, la matemática también tiene ideología.

Paridad y poder femenino

La ley que introdujo el sistema también trajo consigo un cambio histórico: la paridad de género.
Ningún partido o coalición puede presentar más del 60% de candidaturas del mismo sexo, y hasta las elecciones de 2029, los partidos que logren que una mujer sea electa reciben un incentivo de 500 UF.
El objetivo: equilibrar una balanza que por décadas se inclinó hacia un solo lado y abrir espacios a nuevas voces en el Congreso.

Cuando los números deciden

Cada voto será una pieza en el engranaje del D’Hondt. Una fórmula que, sin discursos ni pancartas, decidirá cuántos escaños obtiene cada fuerza política. Por eso, al marcar una línea en la papeleta, no solo se elige a una persona: se respalda a una lista completa, a un proyecto colectivo. Y aunque parezca frío, el destino de Chile en estas elecciones dependerá menos de las pasiones y más de la exactitud de una división matemática.

El sistema D’Hondt no tiene rostro, pero define quién lo tendrá en el Congreso.
Una ecuación silenciosa, pero implacable, que volverá a escribir —una vez más— la historia del poder.

Belén Pavez G., Periodista y Locutora. Licenciada en Comunicación Social. Productora general y Directora de prensa en Vilas Radio. Música y Cat lover.

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