El municipio de Pozo Almonte destinó cerca de $170 millones en mobiliario nuevo para las escuelas y el liceo que serán traspasados al SLEP Tamarugal en enero de 2026, equipando a más de 3.600 estudiantes con salas renovadas. La entrega fue inspeccionada por el alcalde Richard Godoy y la directora ejecutiva del SLEP, Andrea Osorio, en un proceso coordinado junto a CORMUDESPA para garantizar una transición transparente, ordenada y con estándares de calidad educativa.
En la mitad de la pampa, donde las mañanas despiertan lentas y el viento levanta polvo como si barriera la historia, Pozo Almonte vivió una de esas jornadas que no hacen ruido… pero cambian destinos.
A meses del traspaso oficial al Servicio Local de Educación Pública (SLEP) Tamarugal, la comuna decidió dejar una huella imposible de ignorar: $170 millones en mobiliario nuevo para las escuelas y el liceo que pasarán al sistema estatal en enero de 2026.
No fue una ceremonia ni un discurso televisado. Fue un recorrido. Un puñado de autoridades caminando por salas aún vacías, tocando sillas que nadie ha usado, abriendo muebles que todavía huelen a madera nueva, imaginando a los más de 3.600 estudiantes que en pocos meses estudiarán allí bajo un nuevo modelo educativo.
Un recorrido que marcó el inicio de una nueva era
El alcalde de Pozo Almonte, Richard Godoy, y la directora ejecutiva del SLEP del Tamarugal, Andrea Osorio, encabezaron la visita por tres establecimientos clave:
- Liceo Alcalde Sergio González Gutiérrez
- Escuela Básica de Pozo Almonte
- Escuela Básica Estrella del Sur
Junto a equipos técnicos, revisaron uno a uno los muebles adquiridos para el año escolar 2026: escritorios, sillas ergonómicas, estanterías, mesas de trabajo colaborativo, equipamiento para docentes y mobiliario para aulas especiales. Nada quedó al azar. Nada quedó viejo.
El alcalde no escondió el simbolismo del momento: “Esta entrega reafirma el compromiso que hemos tenido desde el primer día con proteger los espacios de aprendizaje. Es la forma de garantizar que este traspaso se haga como corresponde: con respeto, con visión y con cariño por la educación pública”, dijo mientras sostenía una carpeta con los detalles del proyecto.
El número que lo dice todo: $170 millones
Giarella Daponte, directora de la Secretaría de Planificación y Proyecto del municipio, lo explicó de manera sencilla pero contundente: “Trabajamos en un proyecto de inversión cercana a los 170 millones de pesos para que nuestros colegios tengan el mobiliario que merecen, tanto alumnos como docentes”.
Era un dato técnico, sí, pero también un mensaje político: Pozo Almonte no entregará sus establecimientos al SLEP en estado de abandono ni improvisación. Lo hará con infraestructura digna, cuidada y renovada.
Un trabajo que —pese al polvo del desierto— fue transparente y sin sobresaltos
La directora del Departamento de Educación de CORMUDESPA, Paula Olivares, quiso dejarlo claro:
“Este ha sido un traspaso transparente, ético y comprometido. Queremos dar tranquilidad a familias, funcionarios y estudiantes. El SLEP va a cumplir los estándares de una educación de calidad, y seguiremos trabajando para posicionar a la provincia con una buena educación”.
Meses de reuniones, carpetas, visitas, correcciones y más reuniones. Nada espectacular a simple vista, pero indispensable para que los 45 establecimientos de Camiña, Colchane, Huara, Pica y Pozo Almonte —que pasarán al SLEP— entren al sistema sin tropiezos.
En Pozo Almonte, serán nueve escuelas y un liceo los que dejarán de depender de CORMUDESPA para integrarse a la nueva institucionalidad pública.
Un cierre que no es cierre
La entrega del mobiliario, más que una acción administrativa, es una señal al futuro:
Que importar no es el traspaso en sí, sino cómo se llega a él.
Que la educación pública no se construye desde Santiago, sino desde aulas reales llenas de niños, niñas y jóvenes del desierto.
Que una comuna pequeña puede dar pasos gigantes cuando decide hacerlo bien.
Al final del recorrido, el sol comenzaba a golpear más fuerte. Las autoridades se retiraron entre saludos y carpetas cerradas, pero el mensaje quedó sobre cada mesa recién instalada:
Pozo Almonte no entregará sus escuelas a medias. Las entregará listas para enseñar, crecer y resistir el desierto.
Y en enero del 2026, cuando el SLEP Tamarugal tome oficialmente el control, encontrará algo poco común en los procesos educativos del país: Establecimientos equipados, ordenados y con un municipio que decidió despedirse de la educación pública con la frente en alto.
