
En Chile, mientras millones de estudiantes luchan por pagar sus aranceles y equilibrar trabajos con estudios, hay dos jóvenes que perciben más de cinco millones de pesos cada mes por ejercer como comisionados estudiantiles en la Comisión Nacional de Acreditación (CNA). Sí, estudiantes en formación, aún cursando sus carreras, que tienen la llave para evaluar la calidad de universidades y programas académicos en todo el país.
La elección de los próximos comisionados se realizará este noviembre, y la expectativa crece entre federaciones de estudiantes, quienes serán las encargadas de postular y votar a quienes representarán a la voz estudiantil durante los próximos dos años. Los requisitos no son menores: estar dentro del 10% de mejor rendimiento académico y haber aprobado al menos la mitad del plan de estudios. Solo los más destacados tienen derecho a asumir un cargo que combina poder, responsabilidad y, claramente, remuneración millonaria.
El salario que genera polémica
Los pagos a estos estudiantes no son simbólicos. Cada mes, los comisionados perciben más de $5 millones líquidos, y a eso se suman pagos por cada sesión de trabajo, que se realizan una vez por semana, en jornadas que pueden durar todo el día. Para ponerlo en perspectiva: los otros 10 comisionados de la CNA, expertos en educación y académicos de “reconocido prestigio”, reciben montos similares, pero con la ventaja de contar con años de experiencia y dedicación exclusiva.
“Es un trabajo exigente, que demanda revisar documentos, evaluar programas y tomar decisiones con impacto nacional. Pero para los estudiantes destacados, es totalmente compatible con sus estudios”, asegura Andrés Bernasconi, presidente de la CNA.
Sin embargo, la cifra llama la atención y despierta preguntas sobre la proporcionalidad entre experiencia y remuneración: jóvenes de 24 y 38 años, como Mario Prati y Máximo Sierralta, reciben sumas similares a profesionales consolidados, mientras todavía cursan sus carreras.
Más que un cargo simbólico: poder y responsabilidad
Los comisionados estudiantiles no solo asisten a reuniones: tienen derecho a voz y voto en la definición de estándares, acreditación de universidades y evaluación de carreras técnicas y universitarias. Cada sesión implica un trabajo minucioso: análisis de documentos, discusión de resultados y coordinación con académicos y expertos de la CNA.
“Los estudiantes aportan una perspectiva que el órgano necesitaba, y su voz modifica decisiones importantes sobre la educación superior”, explica Bernasconi, destacando que la presencia juvenil en la comisión no es decorativa, sino estratégica.
Proceso electoral: federaciones bajo lupa
Las federaciones de estudiantes son las protagonistas de este proceso. Ellas proponen, acuerdan y votan a sus candidatos, y en muchos casos los apoyos internos se coordinan con semanas de anticipación. La votación se realizará hasta la segunda semana de noviembre, definiendo quién representará a cada subsistema educativo: universitario y técnico-profesional, y con la condición de que uno provenga de fuera de la Región Metropolitana.
El sistema ha generado debate: por un lado, se celebra la incorporación de estudiantes en un órgano técnico; por otro, surge la pregunta: ¿corresponde un salario millonario a quienes aún no concluyen sus estudios y no cuentan con experiencia profesional extensa?
Juventud, poder y controversia
En la CNA, estos jóvenes mueven montañas de papeles, debates y decisiones que afectan la educación de miles de estudiantes en todo Chile. Con salarios que muchos profesionales recién titulados envidiarían y la responsabilidad de evaluar universidades enteras, los comisionados estudiantiles se han convertido en figuras centrales, polémicas y poderosas.
Entre balances, actas y sesiones interminables, estos estudiantes demuestran que la juventud puede ejercer poder real. Pero también dejan en evidencia el choque entre mérito académico, experiencia profesional y remuneraciones millonarias, generando un debate que no solo cuestiona su rol, sino la estructura misma de la educación superior en el país.
En pocas palabras: jóvenes, poderosos y millonarios, manejando decisiones que definen el futuro académico de toda una nación.