GAZA EN RUINAS: LA ONU CALCULA QUE SE NECESITARÁN 70.000 MILLONES DE DÓLARES Y DÉCADAS PARA LEVANTAR UNA CIUDAD BORRADA DEL MAPA

Tras dos años de bombardeos que redujeron al 92% del enclave palestino a escombros, Naciones Unidas revela una cifra escalofriante: 55 millones de toneladas de restos deberán ser removidos antes de reconstruir lo que alguna vez fue hogar de más de dos millones de personas. La tragedia humanitaria más grande del siglo XXI enfrenta ahora un desafío titánico: revivir una ciudad fantasma entre cadáveres, metralla y polvo.
El humo aún se eleva desde las ruinas de Gaza, pero la guerra ha dejado de rugir. En su lugar, reina un silencio de cemento fracturado y lamentos apagados. La ONU lanzó una advertencia devastadora: reconstruir la Franja de Gaza —arrasada casi por completo— costará al menos 70.000 millones de dólares y tomará décadas devolverle la vida.
“Estamos frente a una tarea que supera cualquier esfuerzo humanitario de los últimos tiempos”, reconoció Jaco Cilliers, representante del Programa de Asistencia al Pueblo Palestino del PNUD, desde Ginebra. Su declaración no fue un simple balance técnico: fue el diagnóstico de una catástrofe sin precedentes.
Las cifras estremecen. El 84% de Gaza está destruido, y en algunas zonas, la devastación alcanza el 92%. Los barrios que antes bullían de vida son hoy montañas de polvo. La guerra no solo derrumbó edificios: sepultó hospitales, escuelas, carreteras y esperanzas.
La ONU estima que 55 millones de toneladas de escombros deberán ser retiradas. Para ponerlo en perspectiva, se necesitarían más de 31.000 camiones cargados al tope para despejar apenas una fracción del desastre. Y bajo esos escombros, advierten, yacen aún cuerpos sin recuperar y municiones sin detonar, un cóctel mortal que convierte cada paso en una trampa.
“Israel destruye, el mundo reconstruye”
Pese a que fue Israel quien redujo la Franja a cenizas, serán las naciones del mundo las que deberán financiar su resurrección. Al menos 20.000 millones de dólares deberán invertirse en los próximos tres años para volver mínimamente habitable el territorio palestino.
Pero el dinero no lo es todo. Lo que antes fue una ciudad costera, vibrante y llena de vida, hoy es una herida abierta. Los niños juegan entre los restos de sus escuelas; los hospitales funcionan con generadores improvisados; el agua potable es un lujo.
El objetivo inicial de las operaciones de limpieza, explicó Cilliers, es abrir rutas seguras para los equipos humanitarios y permitir el ingreso de alimentos, medicinas y materiales básicos. En paralelo, los ingenieros de la ONU trabajan para reciclar parte de los escombros, triturando más de 13.200 toneladas para reutilizarlas en caminos, refugios y pavimentos temporales.
Cadáveres, metralla y memoria
La reconstrucción de Gaza no será solo una cuestión de cemento. Será un proceso de duelo colectivo. “Cada edificio derrumbado es una historia perdida, una familia rota”, relatan desde las agencias humanitarias. Los equipos de remoción deben actuar con extremo cuidado: bajo los restos hay tanto recuerdos como peligros.
El riesgo de explosivos sin detonar es altísimo. Cada bloque removido podría ocultar una bomba, un proyectil o los restos de quienes no alcanzaron a huir.
Un esfuerzo global que pondrá a prueba al mundo
La ONU espera que, tras la fase inicial financiada por donaciones estatales, el sector privado internacional se sume a la reconstrucción. Sin embargo, la magnitud del desafío ha encendido alarmas en el sistema humanitario global.
La pregunta ya no es solo cómo reconstruir Gaza, sino si el mundo tiene la voluntad política y moral para hacerlo.
Mientras tanto, los gazatíes sobreviven entre ruinas. Cocinan con leña, beben agua salada, y transforman los cascotes en muros improvisados. La guerra terminó, pero la batalla por la vida apenas comienza.
Gaza: una ciudad que resiste incluso después de ser borrada del mapa
La Franja de Gaza ha sido descrita por la ONU como “el mayor campo de escombros del planeta”. Pero entre la destrucción, también persiste una chispa: la de un pueblo que, una y otra vez, se levanta entre las ruinas.
“Nos quitaron las casas, pero no la esperanza”, dijo un hombre a una cadena internacional mientras recogía ladrillos rotos para reconstruir su tienda.
La reconstrucción será lenta, dolorosa y costosa. Pero si el mundo cumple su promesa, quizás Gaza vuelva a respirar.