
Con la cordillera a un lado y el desierto al otro, un grupo de jóvenes oficiales del Ejército comenzó una de las etapas más intensas de su formación: el Vuelo Visual, instancia clave del curso impartido por la Escuela de Aviación del Ejército (ESCAVE). Se trata de una experiencia que, más allá de la técnica, los enfrenta a la esencia del pilotaje: volar con los ojos puestos en la tierra, interpretando cada río, cerro y ciudad como coordenadas vivas en el mapa.
Una ruta que une el país por el aire
Durante nueve días, los alumnos despegarán en aeronaves Cessna 172 desde Rancagua hasta llegar a Arica. La travesía los llevará a operar en distintos aeródromos, espacios aéreos y zonas de control de tránsito, obligándolos a aplicar lo aprendido en cartas aeronáuticas, planificación de rutas y comunicaciones. El desafío es claro: navegar confiando en referencias visuales, tomando decisiones en tiempo real frente a cambios en el entorno.
El capitán Diego Calvo I., jefe de instructores, lo resume así:
“Este ejercicio no solo consolida los conocimientos técnicos, sino que también expone a los futuros pilotos a escenarios geográficos y meteorológicos complejos. Aquí aprenden a adaptarse, a trabajar en equipo y a desarrollar un criterio sólido frente a situaciones cambiantes”.
Voces desde la cabina
Para los alumnos, cada vuelo es una prueba de carácter. El teniente Alex Pohl F. lo describe con la adrenalina de quien recién aterriza:
“Volamos en condiciones reales y variables. Eso nos obliga a aplicar la teoría al límite, a confiar en nuestra preparación y a fortalecer la confianza en nuestras decisiones. Es un entrenamiento que se siente tan desafiante como motivador”.
Del cielo abierto al vuelo a ciegas
Al término de esta etapa, los futuros pilotos pasarán a un nivel más exigente: las reglas de vuelo por instrumentos (IFR). Allí, ya sin referencias visuales, deberán guiarse exclusivamente por sistemas de navegación, siguiendo rutas establecidas bajo supervisión del control aéreo. Es el paso hacia la capacidad de pilotear en condiciones de baja visibilidad o meteorología adversa.
Oficiales listos para cualquier territorio
El objetivo final del curso es ambicioso: formar oficiales capaces de volar en cualquier punto del territorio nacional, ya sea en la humedad del sur, la aridez del norte o la complejidad del centro. Pilotos preparados para comandar aeronaves en operaciones críticas, con la seguridad y el criterio necesarios para responder ante escenarios imprevistos.
Más que un entrenamiento, esta travesía aérea es el rito de paso que moldea a los futuros pilotos del Ejército en profesionales listos para enfrentar los cielos de Chile.