El 8 de diciembre es una fecha de profundo significado para la Iglesia Católica, ya que recuerda el misterio de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Según la doctrina católica, María fue preservada del pecado original desde el primer instante de su existencia gracias a una gracia singular otorgada por Dios, con el propósito de prepararla para su misión como madre de Jesús.
Aunque este momento no aparece descrito literalmente en la Biblia, la Iglesia fundamenta esta verdad en la interpretación de diversos pasajes. Uno de los principales es el saludo del ángel Gabriel en el Evangelio de Lucas, donde se dirige a María como “llena de gracia”. A lo largo de los siglos, la tradición ha entendido esta expresión como una señal de que María vivió desde su origen en una condición espiritual única, libre de la mancha del pecado.
La elección del 8 de diciembre tiene relación con el calendario litúrgico católico. Si la Natividad de María se recuerda el 8 de septiembre, la teología sitúa su concepción nueve meses antes, otorgando a esta fecha un sentido simbólico dentro de la historia de la salvación. Con el paso del tiempo, esta fecha se extendió desde comunidades particulares hasta toda la Iglesia universal.
El punto clave llegó en 1854, cuando el Papa Pío IX definió oficialmente el Dogma de la Inmaculada Concepción. Este dogma afirma que María, por una gracia preveniente de Dios y en virtud de su futura maternidad divina, fue preservada del pecado original desde el inicio de su vida. Esta definición reforzó el lugar central que la figura de María ocupa en la fe católica, tanto como modelo de pureza como parte esencial del plan redentor.
«Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio concedido por Dios Todopoderoso, en vista de los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano, fue preservada libre de toda mancha de pecado original».
En Chile, el 8 de diciembre quedó establecido como día de descanso religioso mediante la Ley 2.977 de 1915, reconociendo así su importancia en la tradición espiritual del país. Desde entonces, esta fecha invita a los fieles a reflexionar sobre el papel de María en la historia del cristianismo y en la fe católica que ha acompañado a generaciones de chilenos.
