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EL TAMARUGO PODRÍA DESAPARECER EL 2050 EN UN 50%

Un reciente estudio de la Universidad Católica de Valparaíso y el Núcleo Milenio de Ecología Histórica Aplicada para los Bosques Áridos (Aforest) estableció que debido a las condiciones extremas del cambio climático de aquí a 2050 desaparecerían el 50% de los tamarugos, es decir, solo quedarían 500.000 ejemplares.

Un árbol que se ubica principalmente en la pampa, siendo la plantación nativa más grande de Chile, en medio de este gran desierto de Atacama y que podría tener su tiempo contado en la tierra.

Francisca Díaz, directora alterna del Núcleo Milenio de Ecología Histórica Aplicada para los Bosques Áridos, se refirió al valor que tiene el tamarugo para el ecosistema del norte del país y señaló que “es una especie que logra colonizar la pampa y toda la biodiversidad asociada a ella, clave en la “habitabilidad” de esta zona”.

En el proyecto del tamarugo, la especie se estudió con una perspectiva milenaria, por ejemplo, investigando sus troncos fósiles, los que tienen cerca de trece mil años de antigüedad, y fueron encontrados en zonas de desierto absoluto en medio de las dunas.

Esos troncos fósiles fueron utilizados en su momento por cazadores de leña, quienes en el siglo XIX y principios del XX (tiempos de las salitreras) los extrajeron desde debajo de las dunas. Ocupaban las manchas de humedad que dejaba la camanchaca para encontrar los leños sepultados.

El tamarugo se ve tan afectado por el cambio climático extremo, “porque sobrevive de agua subterránea, por lo mismo es muy sensible a los descensos en el nivel del acuífero”, dijo Díaz.

El estudio del tamarugo permite entender sus modificaciones durante miles de años desde la época glacial. Además, siguiendo la producción de frutos de tamarugo se observan indicadores tempranos del estado del árbol, por ejemplo, con cuánta agua subterránea cuenta. Cuando la profundidad de la napa subterránea está en seis metros, “hablamos de un nivel normal, entre seis y diez metros ya comienza a observarse exfoliación y pérdidas de hojas”, indicó la investigadora.

Así se estudió a escala milenaria la interacción entre el ser humano y los bosques, las cuales entregan pistas de cómo han respondido a cambios climáticos como los que estamos viviendo hoy. Su relevancia se evidencia desde hace 13.000 años en el registro paleoecológico y arqueológico.

Sin embargo, poco se sabe de su historia posterior, desde hace 8.000 años esta especie se hace poco visible en el registro y eso es algo que queremos caracterizar mejor, “al ser un árbol endémico, ver cómo se distribuyeron las poblaciones frente a eventos de extrema aridez”, finalizó Díaz, aclarando que el trabajo aún continúa.

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