Después de 12 años operando en el Parque Playa Brava, el local «Arena y Mar» fue desalojado por funcionarios municipales en una acción que causó gran impacto para sus propietarios. El procedimiento, realizado como parte de los preparativos para la construcción de una pista de BMX y un skatepark en el área, marca el cierre de un ciclo para el emblemático espacio de playa.
Rodrigo Guillén, dueño de «Arena y Mar,» expresó su descontento respecto a la forma en que se ejecutó el desalojo. “El día de ayer fue bastante traumático, porque más allá de enfrentar lo que significaba sacar nuestras cosas, no tuvimos una notificación previa, nos pilló totalmente desprevenidos,” declaró. Guillén también denunció una actitud prepotente por parte de algunos funcionarios. “El mismo Marcos Pérez, que firmó el decreto de demolición, estaba ahí, mofándose mientras mi señora lloraba,” agregó.
La administración municipal justificó el desalojo explicando que la construcción del nuevo skatepark, que implicará una inversión superior a 1.200 millones de pesos, debe comenzar de inmediato. Según fuentes municipales, el proyecto ya ha sido licitado y adjudicado, y su ejecución forma parte de un esfuerzo regional para modernizar los espacios públicos en Playa Brava.
Guillén expresó su frustración por lo que considera una falta de apoyo por parte de las autoridades locales, señalando que en años anteriores siempre tuvo buenas relaciones con administraciones anteriores. “En la administración pasada no tuvimos nunca problemas, trabajamos bien. En la actual gestión ha sido todo lo contrario, con constantes negativas y permisos intermitentes,” comentó. A pesar de haber solicitado audiencias con el alcalde en múltiples ocasiones, nunca fue recibido, según afirma.
El dueño de «Arena y Mar» indicó que entiende la importancia de las obras, pero cuestiona las formas en que se desarrolló el desalojo. “Yo en ningún caso me opongo al progreso de la ciudad, pero vamos a las formas. Cuando uno crea obras de esta envergadura, considera el impacto en las personas a su alrededor. No somos perros, somos una familia,” explicó, añadiendo que el local era el sustento para él, su esposa y sus hijos.
El proceso de demolición del local comenzó mientras aún retiraban pertenencias y mercancías del lugar, según Guillén, lo que intensificó la dificultad de la situación. “Aún no sacaba la mercadería, y ya no tenía paredes,” describió, enfatizando que se trataba de su fuente de ingresos y el medio por el cual financiaba los estudios de sus hijos.
La municipalidad no ha anunciado planes de reubicación o apoyo para los expropietarios del local, dejando a Guillén y su familia en una situación incierta. Mientras tanto, la construcción del skatepark avanza como parte del proyecto destinado a revitalizar el Parque Playa Brava y convertirlo en un espacio recreativo moderno para la comunidad iquiqueña.