
A dos años de implementarse un sistema piloto junto a Collahuasi, los vecinos de El Morro y el Edificio Dolores lograron reciclar 9 toneladas de residuos, gracias a diez puntos limpios activos que permiten separar plásticos, cartones, vidrio, metales y aluminio. Esta gestión comunitaria evitó la emisión de 22,7 toneladas de CO₂ y convirtió a este barrio en el primer sector urbano de Iquique con una infraestructura permanente y efectiva de reciclaje domiciliario.
En un barrio donde antes la basura era parte del paisaje cotidiano, hoy ocurre un fenómeno inesperado: El Morro y el Edificio Dolores se transformaron en un verdadero distrito modelo de economía circular en pleno corazón de Iquique. Lo que comenzó como una prueba experimental en 2023, terminó por convertirse en un engranaje comunitario capaz de mover toneladas—literalmente—de residuos hacia un destino más sustentable.
A dos años de iniciado el plan piloto, los vecinos han logrado algo impensado para un sector urbano tradicional: recolectar y reciclar 9 toneladas de material, un hito que equivaldría a evitar la emisión de 22,7 toneladas de CO₂ equivalente, según los cálculos técnicos más recientes. En palabras simples: esta comunidad evitó la contaminación que producirían cinco autos recorriendo Iquique durante un año completo.
La revolución verde que salió de un barrio histórico
El experimento comenzó casi en silencio, cuando Collahuasi decidió instalar diez puntos limpios estratégicos—siete en El Morro y tres en el Edificio Dolores—como parte del eje “Iquique Circular” del programa “Cuidemos Tarapacá”. Hoy, bajo la nueva línea “Impulso Ambiental”, la iniciativa ya no es piloto: es un modelo.
Plásticos, cartones, latas, metales, vidrio… nada que pueda reutilizarse queda en la basura. La escena se repite día a día: vecinos recorriendo los puntos limpios con bolsas clasificadas, recicladores de base trabajando codo a codo con residentes, cajas compactadas, botellas ordenadas, y un barrio entero que aprendió a ver valor donde antes solo veía desechos.
El detalle técnico del milagro comunitario
El balance acumulado es contundente:
- 3.360 kilos de cartón
- 2.990 kilos de plástico
- 1.425 kilos de aluminio
- 982 kilos de vidrio
- 8 kilos de tetrapack
Total general: 8.769 kilos, equivalentes a nueve toneladas procesadas, que ya fueron reconvertidas en materia prima para industrias locales y nacionales.
Los números son tan extraordinarios que, según cálculos técnicos, esta gestión equivale también a:
- 2.758.221 celulares cargados,
- 859 ampolletas incandescentes reemplazadas por LED,
- El trabajo de 375 árboles durante diez años.
Una ecuación que retrata el verdadero impacto: una comunidad organizada es capaz de mover indicadores ambientales equivalentes a los de una pequeña ciudad.
Organización vecinal: el motor que no esperaban
Macarena Cuevas, supervisora de Relacionamiento con el Entorno de Collahuasi, reconoce que lo que ocurrió en El Morro superó las expectativas de cualquier plan corporativo.
“Lo que se logró aquí no solo es reciclaje: es un cambio cultural. Los vecinos trabajan coordinados, convencidos, acompañados por recicladores de base y con una disciplina admirable. Este barrio marcó un antes y un después en el manejo responsable de residuos”, afirmó.

Un barrio que se adelanta al futuro
El Morro y el Edificio Dolores son, oficialmente, los primeros sectores urbanos de Iquique en contar con una infraestructura de reciclaje domiciliario permanente, funcional y organizada. No es un contenedor aislado ni una campaña pasajera: es un sistema instalado, operativo y replicable.
Si la basura es uno de los grandes desafíos urbanos del siglo XXI, este barrio está demostrando que la respuesta puede nacer desde la comunidad misma… siempre que exista acompañamiento técnico, herramientas adecuadas y una voluntad colectiva de cambiar las reglas del juego.
Capacitación, disciplina y transformación: el inicio de una cadena virtuosa
La hazaña no ocurrió sola. Antes de convertirse en ejemplo, los vecinos participaron en talleres, capacitaciones y actividades prácticas lideradas por la empresa de cultura ambiental Kyklos y por la Cooperativa de Recicladores de Base de Tarapacá, Servirec. Allí aprendieron a clasificar, a entender la trazabilidad, a evitar contaminación cruzada y a transformar hábitos domésticos.
Hoy esos aprendizajes se traducen en un logro tangible: el primer barrio de Iquique que le ganó la batalla al desecho doméstico y que tomó la basura como una oportunidad de progreso territorial.







