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EL DESIERTO QUE FLORECE: VECINOS Y CONAF TRANSFORMAN UN ANTIGUO BASURAL EN UN OASIS VERDE EN IQUIQUE

En el árido corazón del norte grande, donde el sol parece no dar tregua, un grupo de vecinos y funcionarias de CONAF ha logrado lo impensado: devolverle el verde a la tierra. Bajo el programa de Arborización del Gobierno de Chile, la plaza de Villa Norte Mar renace con 48 nuevos árboles y un propósito mayor: que Iquique respire esperanza entre el cemento y la arena.

Crónica del día en que el desierto decidió brotar

A media mañana, el viento levantaba un polvo fino sobre las calles de la villa Norte Mar. Entre las casas de tonos pálidos y el rugido distante de la avenida, un grupo de personas cavaba, regaba, reía. A cada golpe de pala, una historia germinaba bajo el sol implacable de Iquique.

Lo que antes fue un basural olvidado —un punto gris en el mapa urbano— hoy es un espacio que respira. Un pulmón en construcción. Una plaza que, con paciencia y raíces, comenzó a ganarle terreno al desierto.

El renacimiento tiene nombre y motor: “Gobernanza Verde”, una iniciativa impulsada por CONAF Tarapacá en el marco del programa de Arborización del Ministerio de Agricultura, que busca reforestar ciudades, pueblos y bordes urbanos en todo Chile. Pero en Iquique, el proyecto tomó un tono más íntimo, más humano: aquí, sembrar árboles fue sembrar comunidad.

El día en que las palas se convirtieron en promesas

Entre los asistentes, la imagen era potente: niños con guantes demasiado grandes, vecinas con sombreros improvisados, funcionarios con las manos cubiertas de tierra.

A un costado, el subsecretario de Agricultura, Alan Espinoza, sostenía un pino joven mientras decía, con voz cargada de convicción:

“Con cada árbol que sembramos, estamos sembrando comunidad. Estamos celebrando resiliencia. En un territorio duro como este, ganar un espacio verde significa más que una plaza: significa esperanza”.

El gesto fue seguido por aplausos, pero también por miradas que sabían lo que eso implicaba. Porque los vecinos de Norte Mar habían estado ahí desde el principio, cuando el lugar era apenas un terreno baldío, lleno de escombros y basura.

“Esto era un basural. Nadie venía. Hoy los niños juegan, aprenden de las plantas, y los vecinos se sienten orgullosos. En tres años el cambio ha sido enorme”,
relata Carlos León, dirigente del Centro Cultural, Social y Deportivo Aurora, con una sonrisa que mezcla cansancio y satisfacción.

Una plaza que nació de la terquedad del verde

La nueva plaza —ubicada entre las calles Cerro Dragón y Tres Islas— fue el escenario perfecto para la siembra de 48 especies de árboles y arbustos, entre ellos cipreses, algarrobos, matico y lantanas, plantas elegidas por su resistencia al clima extremo y su capacidad de atraer aves y sombra.

La directora regional de CONAF, Natalia Ortega, recordó que el proyecto no nació de la nada.

“Desde 2023 hemos trabajado con los vecinos, el municipio y organizaciones culturales. No se trataba solo de plantar árboles, sino de educar y crear conciencia ambiental”, explicó.
Talleres de compostaje, huertos urbanos y cultivos sostenibles acompañaron el proceso, haciendo que la forestación se convirtiera en una experiencia colectiva y educativa.

Autoridades, ciencia y comunidad: una alianza fértil

La ceremonia reunió a una red de instituciones que, por un momento, se movió en una misma dirección: Subsecretaría de Agricultura, Ministerio del Medio Ambiente, SAG, INDAP, SEREMIS de distintas carteras y colegios del sector. Entre todos, dieron forma a una postal poco común: autoridades con palas en la mano, niños entregando agua a las raíces recién plantadas, abuelos mirando con emoción.

El subsecretario Espinoza lo resumió así:

“Estos árboles son una inversión en vida. Cada sombra que crecerá aquí será un refugio, una mejora en la calidad del aire y una señal de que podemos convivir con el desierto sin destruirlo”.

El verde como acto de resistencia

En una región donde el sol domina y el agua escasea, cada brote que sobrevive se vuelve símbolo. CONAF Tarapacá lo entiende así, y por eso impulsa con fuerza el programa de Arborización, no como un simple proyecto ambiental, sino como un movimiento ciudadano.

“Queremos fomentar espacios resilientes, sostenibles, que devuelvan dignidad a los barrios”,
añadió la directora Ortega, mirando las nuevas plantas que el viento ya empezaba a probar.

El objetivo es claro: multiplicar estos pequeños milagros urbanos, hacer del verde un derecho y no un privilegio.

La nueva respiración de Iquique

Al caer la tarde, los niños del Colegio Bajo Molle corrían entre los hoyos de plantación aún húmedos. Un perro ladraba entre las risas. El aire olía distinto: a tierra, a futuro, a posibilidad.

Porque aquella plaza, antes dormida bajo capas de polvo y desecho, ahora florece como símbolo de una comunidad que decidió no rendirse ante el paisaje y, aunque el desierto sigue ahí, vasto e inmenso, ya no es dueño de todo. Entre sus arenas, la gente de Norte Mar y CONAF plantaron algo más que árboles: plantaron la certeza de que incluso en los lugares más áridos, el cambio puede germinar.

Belén Pavez G., Periodista y Locutora. Licenciada en Comunicación Social. Productora general y Directora de prensa en Vilas Radio. Música y Cat lover.

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